domingo, 2 de febrero de 2014

Del matrimonio y otros demonios


Febrero 2 del 2014

DEL MATRIMONIO Y OTROS DEMONIOS

La marcha nupcial anuncia el paso de la novia hacia el altar donde la espera el novio, ella con su vestido blanco y él con su elegante traje oscuro.

Esta es la visión que yo tenía de una ceremonia nupcial, pero también tenía una percepción muy elevada sobre este compromiso. Fui educada con la convicción de que este deber era para toda la vida, así que había que elegir con cuidado el compañero(a), ya que no había “vuelta atrás”, era así, definitivo. Si acertabas sería como un cuento de hadas con un final feliz, de lo contrario arrastrarías de por vida el lastre de la infelicidad.

En mi época, como decimos todos los que trotamos por la tercera edad, aunque decir trotar es un exceso y más vale decir que paseamos por la edad de oro, había un inicial escarceo*, encuentros casuales, miraditas a lo lejos, papelitos con dibujitos de términos tiernos, llamadas telefónicas con el consabido “Cuelga tu primero. No tu. No tu…”, las melosidades etc. Pero también dependiendo de los padres, regularmente los de la dama, había que cumplir una serie de comportamientos que convertían la visita del futuro novio en todo un ceremonial.

La visita comprendía un horario, dependiendo de la liberalidad de los padres, de una hora, sería de 7 a 8 de la noche, en sitio visible del hogar y con el hermanito(a) menor sentado con gran disgusto como chaperón, de no existir este miembro de la familia, la madre quedaría en un sitio estratégico observando a la pareja.

La generosidad familiar podía llegar hasta permitir a la pareja compartir en paseos y fiestas, siempre conociendo todos los detalles del lugar y personas que asistirían, el tiempo que tomaría el evento y qué bebidas consumirían. Todo este protocolo era para asegurarse de que la pudorosa y casta dama llegara ídem al altar.

Los matrimonios anteriores a mi época fueron duraderos, celebraron sus bodas de plata, oro y todo lo que sigue, juntos, uno(a) llevó al cementerio al otro(a) y las familias se reunían en torno a estos veteranos del hogar celebrando con sendas comidas y cenas el arribo a los tantos años de compartir tanto momentos buenos como malos. Las infidelidades se ocultaban, los hijos ilegítimos (por cierto que no entiendo por qué los llaman ilegítimos si en verdad han sido legítimamente engendrados y legítimamente nacidos), las amantes tenían que ocultarse y conocimiento de amantes hombres era un tabú en esa época.

Sin embargo este buen ejemplo de solidaridad entre parejas no lo observo en mis contemporáneos, he visto muchos matrimonios conocidos, quienes ya van por su segunda, tercera, cuarta y hasta quinta unión, y puedo ver como la película, tus hijos, los míos y los nuestros, muchos de estos dicen estar más felices en su más reciente alianza, así que para llegar a estas nupcias múltiples debe haber existido por lo menos una infidelidad y a raíz de ella una separación y luego de pronto incompatibilidad, después un desamor y más allá simplemente aburrimiento.

Los compromisos actuales nada tienen que ver con los del pasado, antes todo era oculto y las parejas se soportaban de alguna manera.

Tengo una historia bien bonita de mi abuela, vivía con dos hermanos y no quería casarse porque no podía dejarlos. Mi abuelo, con todo su amor aceptó a mi abuelita con sus hermanos y los ayudó toda la vida, su generosidad desbordaba los límites. El abuelo se fue primero y la abuela siguió su vida con su hermana, de quien nunca se separó, salvo por su fallecimiento. Pero esta pareja se amó de una forma especial, entre los recuerdos de sus visitas tengo el aspecto de mi abuela como la típica señora de los cuentos infantiles, un rostro dulce, afable, sonrosado, jamás levantó la voz, caminaba lento y oraba ante las imágenes que mi madre tenía en un corredor de la casa, se ponía romántica al escuchar una canción de Olimpo Cárdenas y unía su voz suavemente diciendo: “si tu mueres primero es mi promesa que escribiré la historia de nuestro amor…”

Esta hermosa señora se bañaba con jabón Palmolive, peinaba sus cabellos con una moña en la nuca y colocaba como fijador el zumo de limón y usaba una cajita de polvos los que aplicaba generosamente en su rostro para luego buscarnos y preguntar si estaba bien o se había sobrepasado. Mi hermano y yo gozamos mucho con esto y siempre lo recordamos porque comentábamos que parecía una “gelatina” blanquita de polvos el rostro, las cejas, en fin, era toda una dulzura.

¿Cuál es la posibilidad de tomar en serio este compromiso? De aceptarse tal y como son, ¿cuál la razón para la deslealtad? Si consideramos que no somos capaces de ser fieles y que no podemos convivir con alguien por qué no tomamos la decisión de ser solteros y no le complicamos la vida a otro.

Llegando a la época actual, he visto parejas entusiasmadas en su noviazgo, se desviven el uno por el otro, aparentemente la pareja ideal, sueñan, planean y hasta comparten muchos detalles, la chica pasa la mayoría del tiempo en el apartamento, casa o lugar donde él vive, lo ayuda, le atiende, el muchacho encuentra que no necesita más en esta vida que compartirla con ella, ya saben que son compatibles en el lecho por tanto, se comprometen, se casan y…

Empieza el cambio, ya el juguito que tan cariñosamente ofrecía de novios, se convierte en “vaya a que su mamá se lo prepare”, cuando están visitando uno y otro hacen señas por detrás indicando que su compañero(a) es muy cansón y que hace tonterías, en fin, me gustaría saber el porqué del cambio, lo único nuevo es un anillo ante el altar y un grupo de personas.

La teoría de Poncho Rentería de una relación en la cual cada uno vive en su apartamento me parece una solución muy sana, así son novios eternos, cuando se encuentran no tienen la pesadez de estar a toda hora juntos, a pesar de que las parejas modernas tienen cada uno su trabajo y el horario más o menos coincide para llegar a su casa en horas de la noche. Pero al parecer ambos están cansados… solo quieren descansar… y así empieza el reciclaje, separación, otras personas, otro compromiso y ese unidos para siempre se convierte en unidos para … siempre y cuando no encuentre otro(a) que me atraiga más.

 

 

 

 
 

 

 

 

* Escarceo: para la juventud que desconozca el término, significa: Prueba o intento que se hace antes de realizar una determinada acción o dedicarse por entero a algo.

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