viernes, 28 de febrero de 2014

UN TIPO GENIAL! (III parte)

Febrero 28 del 2014

UN TIPO GENIAL! (III parte)

Ese MG del blog anterior, me trae anécdotas con mi madre, ya que ella disfrutaba su manejo. Como mis hermanos estaban internos en Popayán, fui la persona que estuve en más eventos y recorridos en este vehículo.

Más o menos cada dos semanas viajábamos a Cali, para abastecerse mi madre de algunas cosas para el hogar, mi padre visitaba las casas dentales y surtía su consultorio y mientras esto hacían me dejaban en casa de mi abuelita donde recibía todo el cariño que desbordaban ella y su hermana para mí.

Hay dos detalles importantes de esa época, uno a la hora de regresar a casa, se les hizo tarde a mis padres y cogimos carretera casi a media noche, carretera destapada y polvorosa. Faltaría una media hora para llegar al pueblo cuando mi madre vio a una señora cerca de la carretera y comentó, “pobre viejita, a esta hora solita por esta carretera”, yo me solivié en el puesto del baúl que ocupaba y medio dormida miré a la señora, y vi una enooooooorme mujer de color y la voz de mi padre que decía: POBRE VIEJITA??????? Esa señora no es real… y aceleró el carro y la media hora se convirtió en quince minutos y llegamos a casa en un abrir y cerrar de ojos.

A partir de esa fecha nunca más viajamos en la noche.

Otro día y también en el MG, viajé a Cali con mi madre, ya era rutinario hacerlo, hizo las compras, fuimos donde la abuela y luego a casa. Al llegar mi madre previsiva se acercó a la estación de gasolina de la entrada y de inmediato le preguntaron si estaba bien y si el automotor funcionaba bien, mi progenitora los miraba con una tranquilidad pasmosa y ellos miraban el pequeño MG por todos lados y la interrogaban sobre la velocidad que traía. Cuando bajamos a ver qué era lo que les sorprendía vimos que traía dos llantas en rines, es decir, sin aire, … el caso es que repararon las ruedas y al llegar a casa mi madre decidió no volver a viajar sólo en mi compañía porque se entusiasmaba y al parecer imprimía mucha velocidad y algo nos podía pasar.

Mi padre preocupado por la velocidad a que mi madre le estaba aplicando al MG, que realmente era un prototipo de un coche de carreras, llegó de pronto con un Volkswagen, no sé que negocio hizo, pero ese cucarrón entró a casa de repente y al poco tiempo un segundo Volkswagen del mismo modelo, no sé cómo lo hacía, pero salía un rato y a su regreso traía una adquisición diferente.

Después de las anteriores marcas de vehículos, un día compró un jeep Land Rover, se entusiasmó ya que era un jeep y según él estos vehículos son más fuertes y aguantan más. La suerte no estaba con él, ya que pronto le falló y su teoría con los jeep se vino abajo. Una tarde viajó con mi madre a Cali y a la vuelta venía con un jeep Willys, nuevo, llegó con una sonrisa de oreja a oreja, mi madre se quejaba de que era un vehículo muy duro, etc.

 

Mi padre hizo buenas migas con la empresa de Leonidas Lara e hijos, quienes tenían una bodega y ensamblaban los jeep Willys, ya que fue un cliente excelente. Ante las protestas de mi madre una semana más tarde viajaron nuevamente a Cali y de regreso mi padre entró al garaje su querido Willys y mi madre lo siguió en un automóvil Willys también.

Luego otro Willys y casi que perdí la cuenta de cuántos jeeps de esta marca pasaron por nuestra casa, luego un Commander denominado la “venganza española” porque resultó un fiasco, la máxima velocidad era 40 km por hora, desesperante. Y llegó una camionetica chévere de marca Wartburg, producto alemán, después un Dodge, luego el último que tuvo mi padre un Lada color verde oliva, Ruso, con el que tuvo problemas ya que este vehículo llegó por la Costa Atlántica y al ensamblarlo el motor tenía un número y el chasís otro, la Justicia Aduanera le confiscó el jeep que había comprado con su buena fe al Concesionario y se llegó a los estrados judiciales hasta que al fin después de una lucha tenaz de varios años recuperó su vehículo. Fue el último automotor que le conocí, con problemas o sin ellos, disfrutaba negociando.
Wartburg.


 
Lo único que puedo decir es que mi padre fue realmente un genio para negociar los vehículos, sin dejar jamás una deuda, mercadeaba honestamente y nunca lo vi molestarse por los problemas que le producían, siempre decía: “eso es parte de la aventura”.


Soy la orgullosa hija de este caballero tan serio, a quien sigo admirando no sólo por su habilidad en los negocios sino por la vida honesta que guió sus pasos a lo largo de su vida.

 

martes, 25 de febrero de 2014

Un tipo genial! (II parte)


UN TIPO GENIAL! (II parte)

Después de los resultados conocidos dentro del pequeño Jeep, mi padre se decidió a comprarle una carpa y mejoró bastante la situación y los paseos fueron más agradables.

Sin embargo esto no se quedó ahí, mi padre como siempre, emprendedor, se nos presentó con otra sorpresa, así como llegó el jeep así se esfumó de nuestras vidas, encontró otro vehículo, un Nash, marca que desapareció después del año 1954, así que esta adquisición fue un poco antes de que la retiraran del mercado.

 

Con gran entusiasmo recibimos esta “berlina” ya que en esa época se denominaba con este término a los automóviles. Aunque de segunda, por fuera tenía una buena apariencia y aplaudimos la adquisición, aunque no recuerdo de qué manera se hizo esa negociación, lo que si puedo decir es que muy seguramente lo fue por el sistema de trueque ya que era algo frecuente en las finanzas de mi padre.

Nuevamente mi recursivo padre con su buen amigo mecánico, revisaron el Nash, que como todo vehículo usado tenía sus fallas, pero si bien eran varias, permitía por lo menos estar en su interior sin hacer uso de paraguas en caso de lluvia.

Lo simpático de este vehículo es que para su transporte se necesitaba llevar mecánico a bordo, pues aunque papá era un genio todero, la astucia y la experiencia de su voluntario compañero hacían que el automotor rugiera sin problemas.

En esos días hubo la necesidad de viajar a Bogotá y por supuesto en el auto íbamos padre, madre, un abogado amigo, el mecánico y yo. Sé que me dormí cuando llegábamos a las calurosas tierras del Espinal y me despertó un golpe que me hizo estrellar contra algo duro que me produjo una protuberancia en la frente, vulgarmente llamada “chichón”. No sé cómo fue ese accidente ni lo puedo imaginar, sobre todo en tiempos en que la máxima velocidad creo, era 50 kilómetros por hora y que en carreteras destapadas nunca se osaba llegar a tanto, sólo me atrevo a pensar que los frenos fallaron y ocurrió lo que pasó.



(En la foto, de izquierda a derecha, abogado amigo, mi padre, el mecánico amigo y alguien del pueblo, por supuesto la niña que mira el motor del vehículo es la suscrita.)

 

Sólo sé que llegamos a un pueblo en donde bajamos a tomar algo y a aliviar la vejiga. Este evento si lo tengo muy presente porque mi madre entró primero y salió con los ojos muy abiertos y diciéndome que tuviera cuidado no me fuera a caer. Entré y me encontré con algo parecido a esto, aunque no tan moderno ni tan sofisticado,



 

 
 

 

al que yo fui era según esta descripción que les defino: un cuarto grande imagino que tendría unos 4 por 4 metros, y en el centro el famoso excusado, todo en cemento y con las huellas para pararse en ellas, algo así como una taza ancha con dos bloques de cemento donde uno colocaba los pies, no sé cómo lo usarían los pueblerinos, pero era bastante complicado remover las prendas de vestir sin caerse y sin mancharlas en ese monumento al concreto, ya cuando se ponía de pies para retirarse, se halaba una cadena que colgaba de un tanque alto arriba de la cabeza, el cual yo no alcancé, pero imagino que vaciaba el agua. Luego con mucho cuidado había que bajarse ya que todo alrededor estaba mojado. No sé si por lo pequeña que era, me pareció que ese lugar era inmenso y pasar de las huellas al piso fue un pequeño salto, peligroso, pero que superé para llegar muy orgullosa a contarle a mi madre que había salido ilesa.

De Bogotá apenas si recuerdo algunos detalles, llegamos a casa de unos parientes, si mal no recuerdo, sólo estuvimos una o dos noches allí, conocí el almacén Tía, toda una novedad y vi y usé por primera vez las escaleras automáticas, mecanismo desconocido en Cali y mucho menos en el pueblo donde vivíamos. Además mi madre descubrió que soy alérgica a las mantas de lana, así que llegué a casa con un hermoso sarpullido rosa que me cubría todo el cuerpo.

Sobra decir que logramos regresar en el mismo carro que viajamos, pero el mismo desapareció tan rápido como llegó, viéndonos entonces en un hermoso MG rojo granate que compró mi madre a Luis Angel Mera. Anexo foto que ya es bien conocida por quienes siguen mi blog.

 

 

Y los espero en la tercera parte ya que todavía siguen más vehículos.

sábado, 22 de febrero de 2014

Un tipo genial!


Febrero 22 de 2014

UN TIPO GENIAL! (I parte)

Al seguir la novela “La Ronca de Oro”, y sobre todo, observando la tenacidad de Helenita Vargas para lograr su sueño de convertirse en cantante, se han venido a mi memoria un montón de recuerdos que me han hecho pensar en mi padre, mi padre quien toda su vida fue un luchador y hasta donde recuerdo hizo todo lo que se propuso.

No dudo que muchas personas tienen el ejemplo de familiares quienes de forma impresionante han salido adelante en esta vida y han logrado llegar al lugar que soñaron y han sacado a sus hijos como buenos profesionales, muy a pesar de los tropezones que han encontrado en su camino, sin embargo quiero compartir una pequeña parte de la tenacidad de mi padre.

Puedo decir que fue un hombre sencillo, bromista, reservado y fue siempre un soñador.

No voy a hablar de toda su vida, a pesar de que habría mucho que contar, ya que su historia sería un voluminoso libro, pero me voy a referir a su entusiasmo por los carros. Se ufanaba de haber llevado a su pueblo natal el primer automóvil el que por cierto se les quedó atascado en un barrizal, situación que para él fue parte de su aventura y reía de sólo recordarlo. Creo si no estoy mal que esta fotografía es fiel constancia de aquel evento. Más la historia posterior del destino de este vehículo lo desconozco.



Después de contraer matrimonio y con tres hijos pequeños emprendió la búsqueda de un vehículo de cuatro ruedas, pues para ese momento, en el año 1948, utilizaba en unión de mi madre los de dos ruedas, cada uno manejaba una bicicleta en la que recorrían las veredas atendiendo pacientes que solicitaban sus servicios odontológicos. Tenían un pequeño maletín que colocaban en la parrilla donde cargaban todos los implementos necesarios para su trabajo. Con ropas cómodas y su cabeza protegida con el llamado “Corcho” que nunca olvidé.


 

Sin mucho dinero y apenas iniciando una vida normal después de la violencia que se desgranó tras el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán, mi padre descubrió en la plaza de mercado del pueblo un chasis de un jeep Willys montado en cuatro ladrillos, quedaba buena parte de la latonaría y la carpa bastante deteriorada. Ni corto ni perezoso se fue a buscar un mecánico, quien era su gran amigo y compañero de billar y tinto, miraron el motor y con su pronóstico mi padre corrió a hablar con el señor Alcalde quien no dudó en entregarle el montón de chatarra, librándose así de semejante engorro.

 Se pueden imaginar la emoción de estos dos hombres arrastrando semejante armatoste hasta el taller de mecánica, en cuyo trayecto caían partes del hallazgo. Pasaron días, semanas y no sé cuantos meses antes de estallar en carcajadas de alegría al escuchar el crujir del motor por primera vez, según mis remotos recuerdos estos vehículos no usan llave sino un botoncito que al presionar hacen que encienda. En un principio iniciaba la marcha pero poco después se apagaba, tras muchos ensayos lograron que funcionara. Les tocaba pues, seguir al paso siguiente, embellecerlo, la lata, la carpa que alguna vez fue negra hubo de ser removida, los neumáticos, los asientos, el trabajo era arduo, pero lo lograron y este fue el resultado. Fiel copia de una alegre salida, acompañada de un intenso aguacero.

 
(Caricatura realizada por Jesús E. Rambal Ll.)
 
f
 

jueves, 20 de febrero de 2014

Hablemos de comidas y cenas...


Febrero 20 del 2014


Hablemos de comidas y cenas…

No se necesita ser un gran Gourmet para servir un plato atractivo, al menos eso me parece a mi.

Muchas veces al llegar a un restaurante, según su apariencia pienso que así será la comida. Y empiezo con mis recuerdos… Hace algún tiempo fui invitada a un restaurante en ciudad Jardín, elegante desde la entrada, se veía impecable, aire acondicionado, mesas con un toque de flores, servilletas en su aro y cubiertos sin una mancha, perfecto, el mesero ni se diga. Al cruzar el primer comedor se pasa la cocina, también perfecta, cada cosa en su sitio y cada cocinero en su lugar.

Llegamos a la mesa junto a un ventanal, en un ambiente claro y exento de olor, nos sentamos y el elegante camarero dejó en nuestras manos el menú y regresó con la misma rigidez a un punto estratégico del comedor. Antes de pedir nada perdí el apetito, me sentí como acabada de ingresar a una sala de cirugía. A pesar de esta sensación escogimos el plato a consumir y tras una larga espera que nos dio tiempo para terminar la copa que solicitamos como aperitivo y picar distintas diminutas piezas de queso, llegó el servicio solicitado. Un enorme plato con una cucharada de ensalada y un trozo de carne de unos cuatro centímetros bañado en una salsa que hacía un hermoso dibujo sobre la brillante base. Al lado una bandeja con cinco conchitas de porcelana  con diferentes salsas para mezclar.

Como bien pueden imaginar este hermoso plato no calmó mi apetito y tampoco me animó a pedir nada más, ya que los precios de la carta me desanimaron completamente.

Y tampoco puedo decir que entrar a un restaurante donde sirve sopas que desbordan el plato y bandejas con cantidades variadas de carne sean, al menos en mi caso, de mi predilección. Me voy a referir a los platos que se sirven en casa, sin necesidad de preparar porciones muy sofisticadas, se puede disfrutar de un buen plato.

Hace algún tiempo unos amigos me invitaron en compañía de una amiga a pasar la tarde en su casa, y el plato que sirvieron fue realmente maravilloso, tanto que al llegar a casa corrí y lo preparé para mi hijo, para que disfrutase de un plato sencillo y delicioso. Y sólo consta de cuatro ingredientes: macarrones, tomate, queso y albahaca. Pisca de sal y aceite de oliva para el sabor.

Me habría gustado incluir una foto de este delicioso plato, pero ¿saben que fue lo mejor del mismo? La amabilidad y afecto como fue preparado, hubo charlas, bromas y sonrisas durante el procedimiento, así cuando llegó a la mesa fue todo un placer.

Acostumbro fotografiar los platos que preparo, aunque de nuevo advierto, no soy Gourmet, ni mis platos son sofisticados, son la comida diaria y casual que me gusta disfrutar, pero por alguna razón técnica no lo encuentro en mis archivos.*

Mi madre me enseñó de pequeña a preparar unos platos básicos, arroz, torta de maduro y carne y freír tajadas y filetes. A partir de allí yo debía ingeniármelas para preparar cosas distintas, lo cual no hice sino hasta cuando fui bastante mayorcita y no por placer sino por la necesidad de buscar alimentos que no me hicieran daño, pues tengo un vientre bastante sensible.

Hubo una temporada que por necesidad traía el almuerzo de un restaurante cercano, comida casera, pero por efectos de la sazón me afectó bastante y decidí que debía tomar cartas en el asunto y encontré un verdadero placer en preparar y servir, aunque no tanto en el paso siguiente: lavar, pero bueno, no se puede hacer lo primero sin lo segundo.

Descubrí que cualquier plato, por sencillo que sea, si uno lo coloca en el plato con una sonrisa, con entusiasmo, así mismo se disfruta y puede parecer un manjar exquisito.

Espero que estas imágenes den la misma sensación: un plato para un desayuno fuertecito, otro para un almuerzo y una cena.

Desayuno:
 
 
Almuerzo:


 
Cena:
 

 


 
Tengan buen día!

* Y como la anfitriona de este evento tuvo la gentileza de enviarme la foto que yo le envié cuando preparé su delicioso plato para mi hijo, aquí está mi versión.


 

 

 
 

 

 

domingo, 16 de febrero de 2014

Luis Ángel Mera Samaniego


Febrero 16 del 2014

Luis Ángel Mera Samaniego (1924 – 1972)

El nombre de Luis Ángel Mera Samaniego, posiblemente no signifique nada para personas que nacieron después del año 1972, año en el que falleció, pero para quienes eran niños y adolescentes para esa época algún recuerdo les debe traer.

Yo primero conocí a don Benjamín Mera, su padre y buen amigo de mis padres, recuerdo que tenía una camioneta de la cual vi que bajaba racimos de plátanos como regalo a mi casa, y la recuerdo por una anécdota que no puedo dejar de contar.

Tendría yo unos 4 años de edad y mi madre por alguna travesura me castigó fuertemente, muy molesta y llorando tomé un paño en el cual coloqué mi muñeca, otro juguete, uní las puntas y en un palito la enganché, luego con cuidado subí esas cosas al volcó de la camioneta y me subí escondiéndome allí. No alcancé a estar mucho tiempo en mi escondite, porque fue muy rápida la acción de mi madre, don Benjamín cuidadosamente me bajó y conmigo mi “equipaje”. Por supuesto que la reacción de mis padres fue muy favorable y a pesar del castigo anterior todo volvió a la calma.

Las visitas de don Benjamín eran frecuentes, venía de la finca, creo se llamaba La Hacienda, quedaba en Quintero (Cauca), había que pasar Perico Negro para llegar allí. Don Benjamín tenía algunas propiedades en Puerto Tejada y mi madre estaba interesada en comprar una casa que era un Hotel, pues hasta el momento vivíamos frente a la Plaza Chiquita del pueblo y no era muy cómoda. Cada vez que llegaba don Benjamín mi madre le planteaba propuestas de compra hasta que un día llegaron a un acuerdo y se negoció el inmueble, estaba ubicada al lado del Teatro Mera, por cierto que desconozco la razón por la cual el teatro llevaba este nombre, volviendo a la casa esta constaba de 11 habitaciones seguidas, un largo corredor, garaje unido a un patio, otro patio trasero, cocina y baños. Todavía recuerdo que los pisos estaban en cemento oscuro pero estaba reventado, el único lugar que estaba presentable era el comedor, con unas baldosas dibujadas con rojo, verde y blanco y un ventanal con vidrios de diferentes colores.

La amistad se conservó y conocí a su hijo Luis Ángel Mera, un joven muy delgado pero con una simpatía desbordante, cantante barítono. Tuve oportunidad de verlo en vivo y en directo cantando, precisamente en el Teatro Mera, cantó Tabú, con una voz magnífica, sé que hubo más canciones como A escondidas, El camino del Café, Envidia, pero esa nunca la olvidé.

  

“A escondidas” fue una canción de moda por cuanto era frecuente que los padres se opusieran a las relaciones de sus hijos y la letra reflejaba exactamente lo que estos querían expresar y me incluyo en el grupo.

“Ni tus padres ni los
 
míos quieren nuestras relaciones, dicen que son amoríos, ay, sin frio ni calor…”

Y tenía un estribillo:

“A escondidas he de verte y hablarte, a escondidas…”

También en la televisión tengo clara una presentación que hizo sobre unos tambores, descalzo, todo en blanco y negro, en ese entonces todavía no conocíamos el color.
 
 
También conocí a Ana Milena Barona, su esposa, una señora muy bonita y muy querida con quien mi madre hizo buenas migas.

Pero también hubo otro evento con Luis Ángel, quien tenía un automóvil convertible MG, de un rojo granate con capota negra, que entusiasmó a mi madre. Nuevamente empezó ella con sus propuestas, hasta que lo convenció y le vendió esta belleza, deberán usar la imaginación pues en esa época tampoco teníamos las fotografías a color.


Después pasaron algunos años y sólo sabíamos de Luis Ángel por las noticias de farándula que hablaban de sus triunfos, hasta que un día ya viviendo en Cali, mi padre llegó entusiasmado diciendo que había hablado con Luis Ángel y que le había dado su dirección para que lo visitáramos y lo hicimos, vivía cerca del monumento a Belalcázar, estuvimos departiendo con ellos y vimos divertidos los juegos de sus hijos, quienes estaban pequeños, fue la última vez que tuvimos oportunidad de disfrutar de la compañía de este admirado y buen amigo de la familia.
(En esta fotografía se puede observar, al fondo el Teatro Mera, luego le sigue una Droguería, después la casa y el carro que mi madre, en la foto, compró a los Mera)

Si desean disfrutar de su hermosa voz les dejo este enlace.


Su muerte fue violenta y muy dolorosa, aún ahora al pensar en ello me estremezco.

Anexo el recorte que hace algunos años fue publicado en la prensa recordando las extrañas circunstancias en que murió.
Debo colocar la imagen seccionada porque de lo contrario será imposible leer su contenido.





 

 

viernes, 14 de febrero de 2014

Decir NO


Febrero 14 del 2014

DECIR NO

 

Dos letras conforman este vocablo tan pequeño, una ene y una o, sin embargo tan difícil de decirlo sin que la persona a quien lo decimos no se sienta ofendida.

Por qué es tan difícil decir no.

Y como no puedo comentar sin decir el significado del vocablo, como siempre aquí va:

1.    Respuesta a una pregunta como: ¿Tienes hambre? NO.

2.    Para indicar que una cita será otro día: ¿Es para hoy? NO, PARA EL LUNES.

3.    Para prohibir acciones, NO FUMAR, NO APARCAR, NO ALIMENTAR A LOS PÁJAROS.

 

Pero también puede usarse para provocar a otro y que se atreva a hacer algo: A QUE NO ERES CAPAZ DE ESCALAR ESE PICO.

SI NO ESTUDIAS NI SUEÑES CON SALIR HOY.

Siempre me ha molestado dar explicaciones de la razón de mis negativas, pero nuestros amigos y conocidos siempre las exigen cuando no aceptamos hacer algo, insisten con buena intención, pero así como para algunos es ofensiva la manifestación de un impedimento para quien lo expone también lo es, afectando muchas veces una buena relación.

Eso me trae a la mente una frase de una amiga mia cuando le dicen que “tiene” que ir o hacer algo, ella responde: “Sólo TENGO que morirme”.

Mi hermano usualmente usaba un fraseo gracioso para negarse a hacer algo, él decía: “ene o, NO”, me parece escucharlo y lo repetía para asegurarse de que lo escucharan claramente, y cuando decía no, efectivamente no había fuerza sobrehumana que le hiciera cambiar de opinión.

A mi me ha sucedido que a veces he dicho no, pero insisten tanto y me presionan de tal manera, que por cansancio termino diciendo que si, puede que luego esté encantada de haber cambiado de idea, pero en el fondo, muy en el fondo estoy molesta por la forma de haberlo hecho.

Parece que la fórmula ideal para decir no es diciendo que sí, un ejemplo, porque encuentro que no hay nada mejor para explicar algo que exponiéndolo hablando gráficamente.

Llegas a un almacén de cadena, estas comprando alegremente y se te acerca un promotor de tarjetas del almacén, lo digo por experiencia propia, te pregunta si ya tienes la tarjeta, te equivocas y dices no, y empieza el sujeto con la mejor sonrisa a exponerte la maravilla de que la adquieras, los descuentos, las facilidades de pago, etc. como no tienes planeado agregar una tarjeta a las que ya tienes, contestas cortésmente que no te interesa. Allí mismo empieza la persecución, por qué no la quieres si esto te da tal o cual garantía, si el mantenimiento no se paga hasta seis meses después y hasta llegan a ofrecerte un año sin pago de mantenimiento con tal de que accedas a ese fabuloso servicio. Con cansancio le repites que no te interesa y empieza la otra estrategia. Entregarte una serie de papelitos en los cuales te hablan de lo maravilloso que es tener esta tarjeta. Cuando al fin logras que el personaje te deje libre para seguir tus compras, ya te ha dañado el humor y sólo quieres irte del almacén.

También hay otro sistema de estos promotores de tarjetas, buscan en la base de datos del almacén y luego caída del cielo te mandan un correo a tu casa confirmando la aprobación de una tarjeta de crédito que no solicitaste, y entonces, algunas personas, como yo, caemos en la trampa y pum otra tarjeta de crédito. Pero así como te la conceden tan fácilmente y hasta te la llevan a tu casa, al intentar devolverla te dan veinte instrucciones para hacerlo, una vez pagas todo el saldo, debes dirigirte a la dirección que te señala la Entidad y firmar documentos en los cuales explicas la razón de tu devolución y comprometerte a pagar cualquier saldo que aparezca pendiente, cláusula absurda, puesto que si estás entregando la tarjeta y han mirado en el sistema que estás a paz y salvo, no es posible que haya nada pendiente y luego tardan veinte (20) días hábiles para darte un paz y salvo.

En cambio, cuando te ofrecen una tarjeta de estas y dices, “gracias, ya la tengo”, Oh Gloria Inmarcesible, te dejan ir sin problema, porque no te pueden pedir que demuestres la veracidad de tus palabras, así que sigues sin molestarte y sobre todo sin una tarjeta que no querías.

Es gracioso pero diciendo que si, te quitas muchos problemas de encima.

Hay otras situaciones en que decir “no”, es una verdadera contrariedad, porque si aplicas el sistema del “si” y luego no vas o no haces lo que te pidieron, te puedes ganar algunos reproches y recordatorios de tu negativa en cada reunión a la que sí asistes, entonces para estos casos y muy a pesar de lo ofensivo que pueda ser tu rechazo, hay que decir honestamente NO. Y para evitar ofender tener una lista de excusas variadas aplicables a cada caso, estudiando con antelación las posibles propuestas que te hagan.

Realmente es muy difícil decir no con honestidad, no todo el mundo lo acepta. Y podría citar muchos otros casos ajenos y personales de las consecuencias de haber dicho no, pero para ello tendría que escribir una enciclopedia con varios tomos.

 

lunes, 10 de febrero de 2014

Domésticas o esclavas


Febrero 10 del 2014

Domésticas o esclavas

Acabo de leer una noticia que me ha dejado consternada. En Nepal, venden las niñas por 25 dólares y las convierten en Kamlaris, llegan como domésticas a determinados hogares y no reciben un tratamiento digno. Hay un grupo de liberadas que están ayudando a quienes todavía permanecen esclavizadas.

Películas como “Doce años de esclavitud”, “Soy esclava”, esta última basada en la vida real de Mende Nazer, la historia cuenta como Malia, de 12 años, hija del campeón de lucha libre Bah, es secuestrada en un pueblo sudanés por milicias progubernamentales árabes y vendida como esclava a una mujer en Jartum, nos recuerdan una realidad que aun en estos tiempos se da. En ambas películas hay un final feliz entre comillas, ya que son muy pocas las mujeres que logran liberarse de este sistema y volver al seno de su familia.

En la mayoría de los casos se observa esta actitud hacia las personas de raza negra, sea cual fuere su procedencia, por tener la piel oscura se convierte en blanco, aunque suene irónico, de abusos. Crecí en un lugar donde la mayor parte de la población es de raza negra, fui a la escuela con niños negros, así que para mí no hubo esa diferencia tan marcada, al contrario, yo era la “rara” yo era la amarilla, metida entre ellos, pero por mi timidez y modo de ser nunca fue óbice para tener buenas amistades y disfrutar mi niñez.

En mi casa hubo mujeres contratadas para el servicio doméstico, de todos los colores, pues por alguna razón mi madre no lograba encontrar la persona que se adecuara a sus costumbres y el desfile de ellas era frecuente.

Así como en mi hogar a esta persona se le daba habitación, comida y un pago, también tenía un horario muy estricto y un descanso muy breve. Trabajaban toda la semana y el domingo después de atender el almuerzo y dejar todo muy limpio, podían marchar a su casa hasta las seis o siete de la tarde que debían regresar. Para mí que era muy pequeña en ese entonces, de seis ó siete años, sola en casa porque aún no me habían ingresado interna al colegio, este personaje era mi compañera de juegos.

Ya interna y en los ires y venires del Colegio, por vacaciones, me di cuenta que unas religiosas tenían bajo su custodia niñas huérfanas, eran entrenadas en todos los aspectos del servicio doméstico y siendo mi madre gran colaboradora de las religiosas le entregaron una muchacha para que le ayudara, mi madre se dedicó a educarla y enseñarle todo lo necesario para que su servicio fuera fácil, incluso dispuso que yo le enseñara a leer y escribir, el pago no se le entregaba sino a la Superiora quien venía a supervisar que todo estuviera bien. Cuando la joven aprendió todo lo que pudimos enseñarle, cuando ya su armario tenía más de un vestido y gozaba con tres pares de calzado, surgió esta religiosa a recoger a la joven, indicando que la madre del Párroco del pueblo necesitaba a la doméstica y por tanto ella había seleccionado la que estaba en casa, las lágrimas de esta fueron abundantes y no quería marcharse, pero fue obligada a servir en otro lado. Una vez que la encontré en el mercado me dijo que no la dejaban leer, pero yo era todavía una niña y poco podía hacer por ella. Después de un tiempo trajeron otra huérfana, pero esta era de otro carácter y lo que menos quería era aprender, mucho menos servir. Sin embargo, se hicieron esfuerzos por ayudarla, e incluso un día mi madre la trajo como dama de compañía de mi abuelita y su hermana, dos ancianas, pero a los dos días pidieron se la llevaran porque las tenía enloquecidas con su comportamiento, las molestaba, se subía a los muros de la casa y no bajaba en todo el día.

Así que en cierta forma llegué a darles la razón a las religiosas por ser tan estrictas. El día que fuimos a dejar con las religiosas a esta joven rebelde, como toda niña curiosa me colé en la zona de dormitorios de las huérfanas, vi que tenían una cama y un baúl, todo muy limpio y sobrio, pero el rostro de ellas no era feliz, más bien reflejaban temor, me rodearon y no lo niego me asusté un poco, pero no tenía por qué, ellas sólo querían hablar con alguien de afuera aunque se tratara de una menor tan chica como yo, jugar conmigo, pero no bien las religiosas me descubrieron se armó tal alboroto que las pobres internas terminaron llorando y yo asustada de ver la transformación de las queridas monjitas corrí a los brazos de mi madre.

Nunca me enteré a ciencia cierta cuál era el régimen que acompañaba a estas niñas y apenas si puedo recordar qué pasó con ellas ya que eran adolescentes y yo marché de nuevo al internado.

Cuando llegamos a vivir a Cali, mi madre contrató los servicios de una negra, muy querida, con unos dientes blancos que marcaban una alegre sonrisa en su rostro, más o menos de mi edad, coqueta y alegre estuvo varios años en casa, se le pagaba un sueldo y tenía los domingos libres, sin prestaciones, sin servicios de salud, sin pensión, etc. etc. Duró hasta que una vecina muy servicial, como decían las señoras de aquel entonces, la “sonsacó” y se la llevó para su casa.

A partir de allí no tuve más experiencias cercanas con empleadas del servicio doméstico. Pero como en este mundo existen más personas he podido apreciar personas que siguen esta tradición y tienen personas a su servicio y las tiranizan de tal manera que me hace ver que el tiempo transcurrido desde la esclavitud no ha cambiado mucho en el modo de pensar de algunos humanos. ¿Por qué aguantar esta situación? ¿Por falta de estudios y por ende ausencia de empleos en donde les traten en forma digna? Posiblemente.

En unas vacaciones en que pude disfrutar de la playa, vi una familia, pareja con dos niños bebes gozando del calor y el agua del mar, los acompañaba la consabida niñera, quien vestida de punta en blanco, con cofia y todo, caminaba trabajosamente llevando el doble cochecito por la arena, sudaba como arroz frito porque hasta medias de nylon tenía. La señora nadaba con su esposo y desde allí gritaba a la mucama que jugara con los niños en la arena. Esta por su parte extendió un toallón, colocó los niños en el y se inclinó para atenderlos parándose sobre el mismo, cuando la señora salió como un bólido del agua para recriminarle por llenar de arena el lugar donde estaban sus vástagos, de inmediato la doméstica recogió a los niños, levantó el toallón, lo sacudió y nuevamente se escuchó la voz de la dama, gritándole que estaba arrojando la arena sobre los niños. Superado este momento y ahora bajo una sombrilla con un recipiente lleno de agua para que los bebes chapotearan sin peligro, la pareja se acostó en la arena a recibir los rayos solares tras haberse aplicado una generosa cantidad de bloqueador. A estas alturas la cofia de la mucama estaba ladeada por la humedad del sudor, sus prendas mojadas con el chapoteo de los pequeños cuando la dama que disfrutaba del sol la miró con una expresión que hasta yo que estaba a unos metros de distancia me sobresalté, la escuché que le decía con tono amenazante: “Mire cómo tiene el uniforme y la cofia…”. Así que se levantó y recogieron las cosas y mientras caminaban rumbo al hotel, escuché a la elegante dama decirle a su marido. “Es una desagradecida, todavía la traemos de vacaciones a la playa y ni siquiera sabe presentarse.”

Al otro día vi al mismo grupo dirigirse a un restaurante, con los dos hermosos bebes y su niñera, nuevamente de punta en blanco, cargada con pañalera, biberones, juguetes etc. y pensé en la “generosidad” de la pareja que la llevaban a comer a un sitio elegante. Nuevamente pude presenciar desde una mesa cercana que mientras los señores disfrutaban de la comida, los niños eran atendidos por la joven niñera quien no recibió ni un trozo de pan de la mesa.

Y no existe la esclavitud!

Quienes hayan vivido fuera de Colombia saben que en países Europeos es difícil empezar a trabajar en cargos de oficina cuando recién se llega, hay que aceptar oficios como camareros(as), cuidando niños, aseando apartamentos, lavando platos y otros que deben saber.

Yo atendí como camarera en un Hotel, los denominados “Bed & Breakfast” de Londres, 60 habitaciones, lo que multiplicado por dos personas ocupando cada habitación serían unas 120 personas, de estar lleno el lugar. Esto fue por los 60s y sin embargo, jamás me sentí discriminada, los huéspedes eran educados, la mayoría japoneses, pero también de distintas partes del mundo, como será que todavía añoro esa época de servidumbre forzada.

Ahora en la época actual con tanto modernismo, no es necesario tener mujeres en este tipo de servicio. Existen las comidas rápidas, incontables restaurantes con servicio a domicilio, hornos microondas, así que mientras haya dinero en el bolsillo el pan nuestro de cada día no faltará.

De todas formas las condiciones también han cambiado, no puede pagarse menos del salario mínimo, hay que reconocer prestaciones, cesantías, eps, y ahora último afiliación a Comfandi, esto en cuanto a pago, pero respecto a otras condiciones, a las personales, ¿han cambiado? O siguen siendo esclavas con sueldo.

viernes, 7 de febrero de 2014

Las Promesas


Febrero 6 del 2014

Las promesas

 
Prometer significa:

1      Alguien decir que va a hacer o expresar una cosa, con el compromiso de llevarlo a cabo.

2      Asegurar que lo que se dice es cierto.

3      Afirmar con un juramento que cumplirá con rectitud y fidelidad un cargo.

4      Asegurar que una cosa será tal como se expresa.

5      Afirmar a una persona que los resultados de una acción van a ser buenos.

 

Claro que también es la promesa de matrimonio la cual hecha con antelación le superponen com, es decir comprometerse.

 

Pensando en todas las promesas que me han hecho en la vida, se me ocurrió preguntarme, cómo surgieron las promesas y llegué a estas conclusiones.

 

Se le adjudica a Dios la primer promesa y entiendo que así sea ya que no sabemos que hubo antes de El y si otros seres prometieron algo. Esa primer promesa, al parecer fue:

“Génesis 2:17. … mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás;  porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.”

Y también el incumplimiento de la misma porque cambió la promesa de muerte por otras bastante severas.

“Génesis 3:14. Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste,  maldita serás entre todas las bestias y entre todos los  animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida.

 Génesis 3:15. Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.

 Génesis 3:16. A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti.

 Génesis 3:17.Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida.

 Génesis 3:18. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo.

 Génesis 3:19. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres,  y al polvo volverás.”

En la niñez más de uno debe recordar las promesas de nuestros padres si obteníamos buenas notas, si nos portábamos bien, si comíamos, si hacíamos tal o cual cosa, es decir se convirtió en un negocio. Al nosotros crecer seguimos la tradición y prometimos y prometimos y también incumplimos e incumplimos.

Cuántas veces decimos “tranquilo, te prometo que allí estaré”, pero interiormente estaremos diciendo, pero en espíritu, porque ni remotamente pensamos ir a ese lugar. Te cuentan una infidencia, la cual ya de por sí demuestra que se está violando la confianza y te hacen prometer no contarlo, pero al minuto ya hay un tercero que está prometiendo no revelar lo comunicado, y este a su vez a otro y así sucesivamente, formándose una cadena de promesas incumplidas.

Si me van a contar algo con el compromiso de una promesa de silencio, por descontado informo que mejor no lo hagan ya que no lo voy a cumplir, por olvido de la promesa o simplemente porque me pareció curioso lo que me dijeron y quiero comunicarlo a otros, ya sea por lo interesante o por lo gracioso.

Para qué prometer, sobre todo prometer para no cumplir. Mucha gente cambia el sentido de prometer por ofrecer, “es que yo sólo ofrecí hacerlo, yo no lo prometí”, es lo mismo, buscando en el diccionario se encuentra el mismo significado. Yo creo que si se desea hacer algo por alguien es mejor no adelantarle promesas, simplemente en el momento apropiado hágalo y punto. Tampoco insinúe que posiblemente hará algo cuando en verdad no lo hará… guarde silencio, cuente hasta diez antes de hablar y mejor cállese y si puede y tiene la intención de hacerlo cuando lo haga sentirá la satisfacción de haber podido ayudar, de lo contrario tendrá la alegría interior al no haberse adelantado y si no lo hizo no tendrá ningún remordimiento, aunque muchas personas ni siquiera se preocupan por no haber cumplido lo prometido.

Nunca se puede prometer amar a alguien para toda la vida, esta promesa se hace a diario en la cantidad de parejas que se casan y cuántas parejas conservan ese sentimiento intacto, se separan, se divorcian, y ese amor para toooooda la vida, se convierte en aversión para el reeeesto de sus vidas. ¿Dónde quedó aquella promesa?

Por cierto que es muy raro encontrar parejas que después de haberse amado tanto tras la separación conserven una buena relación, en muchos de los casos que he conocido hay una constante ofensa, una agresión intermitente. Todos aquellos buenos momentos se borran de un manotazo y sale a flote única y exclusivamente lo que fue causa de molestia.

No me excluyo de situaciones como estas, tengo una experiencia propia con una persona a la que me unieron sentimientos bien fuertes de afecto, pero no fueron recíprocos, hubo promesas que no se cumplieron, en su momento me sentí lastimada, herida, pensé que nunca me recuperaría, pero nunca, lo digo sinceramente, sentí odio por esa persona, incluso cuando falleció no tuve ningún sentimiento especial, simplemente lo dejé ir y en mi corazón no guardé ningún rencor, aunque francamente en el corazón no se puede guardar nada y menos sentimientos, es un órgano que palpita cuando se altera y nos avisa cuando algo nos sobresalta pero no sirve como cofre de recuerdos.

Los abogados prometen sacar adelante una causa y aseguran que los resultados serán buenos y ¿qué sucede después? Que el Juez decide en contrario… y esa promesa, absurda por demás, ya que todo depende del material probatorio y del criterio del Juzgador, se incumplió muy a pesar de la promesa del Litigante.

El médico promete que tras la cirugía la persona se recuperará un 80% y resulta que durante la cirugía el paciente muere, claro que ellos tienen la excusa, firmada, ya que el familiar con su rúbrica acepta el riesgo a que somete a su familiar, por tanto si salía vivo este ser se habría recuperado ese 80% prometido.

El odontólogo promete que la extracción de un diente no va a doler porque le aplicará anestesia, ah! Pero la inyección de dicho sedante sí que duele! Pero como la promesa fue sobre la extracción de la pieza, también tiene disculpa.

El borrachito siempre promete que esa será su última copa y al día siguiente, y al otro, y al otro, también será su última copa.

¿Por qué hacemos promesas? ¿Sobre todo por qué no cumplimos lo que prometemos?

No quiero recordar la cantidad de promesas que me han hecho y de todas ¿cuántas se han hecho realidad? No lo sé, la verdad uno nunca recuerda cuando algo se ha cumplido, lo que sí se recuerda es lo que no se ha hecho. Siempre pasa igual, lo bueno se olvida y lo malo se recuerda.

A lo largo de la vida las promesas se convirtieron en algo así como el pasaporte para amenazar, y esto empieza con un “si no haces… te prometo…”, Si no me pagas te prometo que te va a pesar. En fin, en este caso es mejor que no cumplan las promesas.

Yo por mi parte me he prometido… no volver a prometer…