(II PARTE)
¿Adónde van los muertos?
Retomando este
tema tan controvertido, tengo el testimonio de mi madre quien no fue muy feliz
en su experiencia. Ella después de una cirugía riesgosa tras haber perdido un
bebé extrauterino, físicamente falleció por un período de tres minutos, tiempo
en el cual los médicos llamaron a mi padre para exponerle la situación
mostrándole, muy apenados, a mi madre tendida en el quirófano, sin vida.
Transcurrido ese tiempo mi madre regresó a la vida como cuando una persona se
está ahogando y de pronto sale a la superficie y respira. Ella nunca habló de
lo que había vivido durante esos minutos, pero un día, ya con mi inquietud la
interrogué y me dijo que había sido muy desagradable, que había estado sumida
en una oscuridad inmensa y en la misma había algo así como una quebrada que
ella debía saltar y cuando dio el salto lo hizo angustiada sin saber lo que la
esperaba, volvió a la vida. Posteriormente y muchos años después estando
hospitalizada como consecuencia de haber sufrido una caída y fracturado el fémur
derecho, preguntaba quiénes eran las personas que la acompañaban en la parte de
abajo de su cama y quería que se fueran. No tuve explicación al respecto puesto
que su estado no era tan grave y no estaba bajo efectos de la anestesia.
Pero es bueno aclarar
que mi madre siempre tuvo un especial sexto sentido, por medio de sueños sabía
si alguno de sus hijos tenía problemas, sobre todo durante nuestra niñez y
estudiábamos como internos en la vecina ciudad de Popayán (Cauca), recibíamos
visitas una vez al mes, sin embargo cuando alguno de nosotros enfermaba mi
madre aparecía a visitarnos aduciendo que tenía un presentimiento, luego nos
contaba el sueño que había tenido, pero bueno, este tema es diferente al que
estamos tratando.
Hace unos años
disfruté enormemente de dos programas de televisión, dirigidos por los
escritores John Edward y James Van Praagh, mencionadas en la primera parte de
este tema, cada uno con su personal forma de comunicarse con personas que se
nos han adelantado en su viaje al más allá. Era para mí de gran interés
observar y escuchar los mensajes que recibían quienes se encontraban en el
auditorio, de sus seres queridos, casi siempre empezaban tratando de descifrar
hacia quién iba dirigido el mensaje, en el caso de John Edward, para después
explicar cómo había fallecido esa persona, y cuál la causa de su deceso, para
finalizar con el mensaje esperado, no así Van Praagh, quien regularmente tenía
ya una persona de una familia ordinaria o alguien de la farándula, al que
comunicaba lo que podía “ver” y “oír”.
Nunca hubo
mención al lugar en donde se encontraban estos espíritus y los mensajes
versaban en situaciones que habían causado algún tipo de trauma en sus
familiares y amigos. Desafortunadamente cambié de operador de televisión y con
ello desaparecieron los dos programas.
Estos
personajes son altamente criticados y en otros programas pude ver los ataques
frontales que les aplicaban, manifestando que todo era un fraude y que antes de
ingresar las personas al set de la televisión eran entrevistadas por alguien
que iba suministrando la información al expositor y así manipulaba poco a poco
a todo ese público sorprendiéndolo con su conocimiento.
¿Qué hay de
verdad en lo que dicen estos señores Edward y Van Praagh? En sus libros cuentan
desde qué edad se dieron cuenta del don que tenían y como lo fueron
desarrollando, y efectivamente no deja de ser interesante pensar que alguien
pueda comunicarse con los que se fueron, pero lo que a mí, personalmente, más
me llama la atención, es pensar que están en alguna parte del Universo, o aquí
mismo, o de pronto tenemos un mundo paralelo.
No puedo
terminar aún este comentario sin relatar un evento ocurrido hace algunos años a
un buen amigo mío, Sacerdote Anglicano, quien al nacer perdió a su madre y fue
acogido por una de sus hermanas de acuerdo a los últimos deseos de la
fallecida, sin embargo demasiado pronto también perdió a su segunda madre,
tenía este clérigo catorce años de edad y acababa de despedir a este ser
querido cuando la vio de cuerpo entero observándolo, no hubo diálogo ni evento
alguno, pero lo dejó marcado para siempre.
Y así
sucesivamente han sucedido diferentes cosas a distintas personas que crean la
duda de lo que ocurre después de partir de este mundo y aunque mucha gente dice
el consabido estribillo: “nadie ha vuelto para contarlo”, también se ha dicho
respecto a las brujas “que las hay, las hay”, unos creen otros no, cada quien
es libre de pensar y opinar como quiera, pero es bueno imaginar que un día veremos
a esas personas que fueron tan queridas para nosotros y que no todo termina
convertido en polvo.
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