domingo, 19 de enero de 2014

¿Adónde van los muertos? (II Parte)


(II PARTE)

¿Adónde van los muertos?

Retomando este tema tan controvertido, tengo el testimonio de mi madre quien no fue muy feliz en su experiencia. Ella después de una cirugía riesgosa tras haber perdido un bebé extrauterino, físicamente falleció por un período de tres minutos, tiempo en el cual los médicos llamaron a mi padre para exponerle la situación mostrándole, muy apenados, a mi madre tendida en el quirófano, sin vida. Transcurrido ese tiempo mi madre regresó a la vida como cuando una persona se está ahogando y de pronto sale a la superficie y respira. Ella nunca habló de lo que había vivido durante esos minutos, pero un día, ya con mi inquietud la interrogué y me dijo que había sido muy desagradable, que había estado sumida en una oscuridad inmensa y en la misma había algo así como una quebrada que ella debía saltar y cuando dio el salto lo hizo angustiada sin saber lo que la esperaba, volvió a la vida. Posteriormente y muchos años después estando hospitalizada como consecuencia de haber sufrido una caída y fracturado el fémur derecho, preguntaba quiénes eran las personas que la acompañaban en la parte de abajo de su cama y quería que se fueran. No tuve explicación al respecto puesto que su estado no era tan grave y no estaba bajo efectos de la anestesia.

Pero es bueno aclarar que mi madre siempre tuvo un especial sexto sentido, por medio de sueños sabía si alguno de sus hijos tenía problemas, sobre todo durante nuestra niñez y estudiábamos como internos en la vecina ciudad de Popayán (Cauca), recibíamos visitas una vez al mes, sin embargo cuando alguno de nosotros enfermaba mi madre aparecía a visitarnos aduciendo que tenía un presentimiento, luego nos contaba el sueño que había tenido, pero bueno, este tema es diferente al que estamos tratando.

Hace unos años disfruté enormemente de dos programas de televisión, dirigidos por los escritores John Edward y James Van Praagh, mencionadas en la primera parte de este tema, cada uno con su personal forma de comunicarse con personas que se nos han adelantado en su viaje al más allá. Era para mí de gran interés observar y escuchar los mensajes que recibían quienes se encontraban en el auditorio, de sus seres queridos, casi siempre empezaban tratando de descifrar hacia quién iba dirigido el mensaje, en el caso de John Edward, para después explicar cómo había fallecido esa persona, y cuál la causa de su deceso, para finalizar con el mensaje esperado, no así Van Praagh, quien regularmente tenía ya una persona de una familia ordinaria o alguien de la farándula, al que comunicaba lo que podía “ver” y “oír”.

Nunca hubo mención al lugar en donde se encontraban estos espíritus y los mensajes versaban en situaciones que habían causado algún tipo de trauma en sus familiares y amigos. Desafortunadamente cambié de operador de televisión y con ello desaparecieron los dos programas.

Estos personajes son altamente criticados y en otros programas pude ver los ataques frontales que les aplicaban, manifestando que todo era un fraude y que antes de ingresar las personas al set de la televisión eran entrevistadas por alguien que iba suministrando la información al expositor y así manipulaba poco a poco a todo ese público sorprendiéndolo con su conocimiento.

¿Qué hay de verdad en lo que dicen estos señores Edward y Van Praagh? En sus libros cuentan desde qué edad se dieron cuenta del don que tenían y como lo fueron desarrollando, y efectivamente no deja de ser interesante pensar que alguien pueda comunicarse con los que se fueron, pero lo que a mí, personalmente, más me llama la atención, es pensar que están en alguna parte del Universo, o aquí mismo, o de pronto tenemos un mundo paralelo.

No puedo terminar aún este comentario sin relatar un evento ocurrido hace algunos años a un buen amigo mío, Sacerdote Anglicano, quien al nacer perdió a su madre y fue acogido por una de sus hermanas de acuerdo a los últimos deseos de la fallecida, sin embargo demasiado pronto también perdió a su segunda madre, tenía este clérigo catorce años de edad y acababa de despedir a este ser querido cuando la vio de cuerpo entero observándolo, no hubo diálogo ni evento alguno, pero lo dejó marcado para siempre.

Y así sucesivamente han sucedido diferentes cosas a distintas personas que crean la duda de lo que ocurre después de partir de este mundo y aunque mucha gente dice el consabido estribillo: “nadie ha vuelto para contarlo”, también se ha dicho respecto a las brujas “que las hay, las hay”, unos creen otros no, cada quien es libre de pensar y opinar como quiera, pero es bueno imaginar que un día veremos a esas personas que fueron tan queridas para nosotros y que no todo termina convertido en polvo.

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