sábado, 6 de febrero de 2016

Siempre hay alguien que pudo hacer las cosas mejor que uno.



Febrero 6 del 2016

Siempre hay alguien que pudo hacer las cosas mejor que uno.

Un título bastante largo, pero el tema lo merece. Pregúntese a sí mismo cuántas veces ante cualquier situación usted recibe respuestas como esta:

“¿Y no tenías una linterna flash? Yo tengo una para esos casos en carretera.”
“Me hubieras llamado, yo vivo a dos pasos de donde estabas.”
“Bastaba con que le hubieras hecho la maniobra de Heimlich. ¿No la sabes hacer?”
“¿No acostumbras tener una reserva de agua? Yo hice instalar un tanque para estos eventos.”

Y lo más divertido es cuando la víctima afirma que le arrebataron la cartera con todos sus documentos y el celular y la eficiente amiga pregunta:

“¿Por qué no llamaste a la policía?”

Hay siempre alguien que pudo enfrentar el problema de mejor forma y más inteligentemente que lo que hayas hecho. Siempre, repito, hay alguien que sabe más que uno.

Muchas veces no has terminado de contar lo ocurrido cuando la otra persona, muy sabia por cierto, te agrega el consabido, y por qué no… no era sino que… por qué no llamaste a… etc. etc.

Lo mismo sucede cuando estás vendiendo tu vehículo, después de anunciarlo por todos los medios logras hacer el negocio que te parece el mejor, y una vez firmados los papeles y confirmado el resultado, llega el sabiondo… “por qué no me dijiste, mi hermano estaba buscando carro…” “huy, pero que barato lo vendiste, si me hubieras dicho lo habríamos puesto en la sala de ventas de mi papá…”

Lo mismo sucede si estás buscando casa o apartamento o cualquier otra cosa, haces toda la publicidad posible, dices la situación que vives, caminas, recorres y al fin consigues lo que quieres, pero llega el amigo(a), que mira con desprecio tu compra y agrega: “por qué no me consultaste, nosotros tenemos una inmobiliaria… con mejores propuestas y mejor situada…”. Después trata de arreglar su frase con un “pero no está tan mal, puedes hacerle unas cuantas mejoras…”

Siempre sucede es una ley imbatible, que hay alguien que pudo haberlo hecho mejor que tú.

Esto me recuerda una situación bien simple, en el pasado y siendo yo bastante joven estaba preparando un arroz mixto, no siendo cocinera experta me había valido de un libro e intentaba hacer la receta cuando llegó un amigo venezolano, se acercó a la olla y me dijo, ¿Tú le echas caldo de pollo al arroz?, le contesté que era un ensayo pues yo sabía muy poco de cocina, y siguió preguntando: ¿Cuánto tiempo lo demoras al fuego?¿Sabes cómo lo preparo yo? Y así siguió por un buen rato, hasta que simplemente me senté y le pedí que siguiera él con la receta, pero no, quería seguir en su plan de instructor. Sobra decir que lo que empezó siendo algo divertido se convirtió en una clase de cocina bastante aburridora y a la vez logró que el plato se arruinara.

Otras veces cuando le sirves a alguien un platillo y empieza la pregunta: “Cómo preparaste esto tan rico?” y a partir de allí ocurre lo mismo, pues no falta el comentario de cómo esa persona también lo prepara pero diferente. Es una forma de decirte como lo debes cocinar.

Hay muchísimas áreas donde este comportamiento aplica, en el trabajo, en la calle, en cualquier labor que hagas, incluso cuando tejes crochet. Alguna vez haciendo espera en el aeropuerto, saqué mi pequeño tejido y empecé a “enredar hilo”, como decía mi madre, y en menos de diez minutos ya tenía a varias señoras mirando por encima de mi hombro y preguntando qué estaba tejiendo y cuantos palitos dejaba para cada ojal, cuando logré liberarme de tal interrogatorio, una señora frente a mi sonrió y sacando su tejido me mostró un verdadero ropón que estaba tejiendo. “Para mi nieta.” Me dijo y con gran habilidad empezó a mover la aguja de crochet, haciendo más de mil “palitos” por segundo. Con mucha discreción y timidez doblé mi pequeño tejido y lo guardé. Como siempre, hay alguien que lo hace mejor que tu.



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