domingo, 13 de julio de 2014

Hormigas


Julio 13 del 2014

 

Hormigas

“hormigas, son insectos sociales que, como las avispas y las abejas, pertenecen al orden de los himenópteros. Las hormigas evolucionaron de antepasados similares a una avispa a mediados del Cretáceo, hace entre 110 y 130 millones de años, diversificándose tras la expansión de las plantas con flor por el mundo. Son uno de los grupos zoológicos de mayor éxito y en la actualidad están clasificadas más de 12 000 especies, con estimaciones que superan las 14 000, y con unas tendencias actuales que predicen un total de más de 21 000. Se identifican fácilmente por sus antenas en ángulo y su estructura en tres secciones con una estrecha cintura. La rama de la entomología que las estudia se denomina mirmecología.” (Tomado de la Wikipedia).

Estos diminutos insectos tienen una capacidad de comunicación envidiable, pues quien no ha observado que con un pequeño terrón de azúcar que sin querer queda en el mesón de la cocina, en no menos de cinco minutos lo encuentras rodeado de estos bichitos y ya tienen todo un camino marcado transportando el dulce hasta su nido.

Los únicos lugares que se libran de estas colonias son la Antártida y algunas islas agrestes donde no habita ningún ser vivo, vegetal o animal.

Y hoy me estoy refiriendo a estos animalitos porque a lo largo de mi vida las he visto rondar por doquier, mi padre, me mostraba lo fácil que era atraerlas colocando diminutos puntos de panela en el patio de la casa, veíamos como empezaban a llegar e imagino que al mover sus antenitas enviaban mensajes porque rápidamente llegaban otras y otras para empezar una caravana cargando pequeños trocitos que arrancaban fácilmente, nosotros íbamos siguiendo el camino que marcaban hasta llegar a su hogar, había un orden increíble, pero lo que más me llamaba la atención eran las distancias que recorrían.

Muchas veces he encontrado una hormiguita, como despistada, separada de su grupo, totalmente aislada en algún rincón de la casa, inicialmente mi pensamiento me llevó a pensar que muy seguramente se había perdido y con la ayuda de un lápiz o un trozo de papel, hacía lo que creía era mejor para ella, llevándola hasta la colonia más cercana que encontraba, craso error, al poco rato esta volvía a separarse del grupo. Luego comprendí que estos amiguitos son más organizados que nosotros y esta específica trabajadora lo que estaba haciendo era cumplir con su deber de investigadora, su función es buscar alimento para sus compañeras, una vez halla el bicho muerto, el trozo de pastel, azúcar, panela o lo que sea, manda su mensaje y atrae a sus compañeras para dar traslado al botín.

Cómo se comunican era un misterio para mí, pero resulta que tienen varios sistemas, uno es golpear con sus gásteres, esto es la colita en su nido, así que esta vibración alerta a sus amigas, también emiten un chillido, jamás lo he escuchado pero eso dicen los que saben, así como que estas tienen glándulas en distintas partes del cuerpo así que liberan un químico conocido como feromona, el cual pueden dejar como un rastro para que la colonia pueda seguirla y así llegar a cualquier reserva de alimentos que encuentren.

Pero es que aunque usted crea que su cocina está impecable, siempre habrá alguna “despistada” hormiga, merodeando en busca de alimento para su hogar.

Hace algunos años estos insectos me inspiraron, fui invitada a almorzar a casa de una amiga y mientras saboreábamos un tinto dejamos los platos sin lavar en la cocina y al volver sucedió la siguiente historia que en forma de poema les relato:

Erase que se era

una hormiga preciosa

que caminaba juiciosa


por el lavaplatos vecino.


 

Con sus antenas tocaba,

palpaba y acariciaba,

cada cuchara, cada platón

e incluso algún jabón

que sin querer se interpuso

entre su rumbo indeciso.

 

Tanto utensilio sintió

que orgullosa decidió:

“Hay que mirar con cuidado,

pues si un banquete se han dado,

algún dulce habrán tomado,

y alguna miga han dejado.”

 

Caminó paso a paso,

hasta dar con un pastel,

sus antenas indicaban

que el cuchillo y el cedazo

guardan algún pedazo.

 

Hasta allí, todo bien!

 

Buscó a una compañera

y las ordenes impartió,

la caballería de primera

a su servicio llamó,

y con paciencia y constancia,

el trozo que descubrió

empezó a rodar y rodar,

para llegar hasta un plato

que de puente le sirvió,

de allí pasó a una bandeja,

de la bandeja al pocillo,

y del pocillo a la orilla

donde creyóse a salvo,

hasta que la dueña llegó!

 

Un grito, un alarido fuerte escuchó.

Hormigas! Hormigas! Qué horror!

Y con agua, esponja y manos

a todas las arrasó,

unas estripaditas

no se pudieron mover,

las otras por el desagüe

sin piedad fueron a caer,

pero la hormiga preciosa,

con su andar altanero

se aferraba a aquel pastel,

como si fuera un velero.

 

De nada le valió intentar

pinchar el dedo atrevido,

que la cogió sin reparo

y observándola exclamó!

Qué hormiga tan descarada,

navegando en mi vajilla!

Y sin mirar el esfuerzo

que para lograr ella hizo

la arrojó rápidamente

como cualquier desperdicio...

 

 

(Elis, escrito en Marzo 5 de 1999)

 

Aunque con un final un poco triste, esta es la suerte que corren la mayoría de estos pequeños insectos y trato de pensar cuál es la moraleja aquí y no puedo pensar sino en la suerte que tenemos de no ser hormigas, pues indefectiblemente terminan mal, incluso las santandereanas que terminan asadas y siendo manjar de muchos humanos.

Que descansen y piensen que van a hacer ahora que terminó el mundial.

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