Abril 2 del 2014
Después
de un corto silencio forzado aquí vuelvo con mis comentarios.
El
maltrato
Siempre me gusta
analizar la palabra antes de entrar en materia, conociendo su exacto
significado en el diccionario aunque después proceda a desmenuzar el mismo.
Según el diccionario:
Maltrato es,
“Trato
vejatorio o que ocasiona daño o perjuicio. Dar un mal trato, dañar o estropear con
las palabras o con los hechos”
Cualquier palabra que
tenga en su raíz la palabra MAL, ya es preludio de cosas desagradables y si
viene acompañada de otra como TRATO, que significa:
“Portarse
con alguien de una determinada manera.”
Aunque también se
identifique simplemente con el trato cotidiano con nuestros congéneres, las dos
palabras unidas en realidad son indeseables.
Y hay tantas formas de
maltratar a los demás. Sin ir más lejos días antes en una Entidad bancaria en
donde me acerqué con una amiga a realizar un pago, concretamente a pagar unos
impuestos en esos formatos que tan acertadamente está expidiendo un servicio de
correos de la ciudad, la niña que nos atendió, tras recibir el dinero y el formato,
en forma brusca manifestó que faltaba rellenar los datos en la parte inferior
de dichos documentos, golpeando con un bolígrafo el punto a formalizar. En un
primer momento no le di importancia al tono de voz porque pensé que tal vez
viendo mis canas pensó que yo era sorda, así que me coloqué a un lado de la
ventanilla y colocamos: nombre, cédula y firma, eso era todo.
Una vez terminó de
atender el cliente que ella llamó mientras nosotras hacíamos la diligencia,
volvimos a pasar el dinero y los documentos, desafortunadamente habíamos hecho
la cuenta del pago con el valor que aparecía en el formato en la parte baja y
había una pequeña diferencia con el verdadero total, nuevamente y como casi un
regaño nos dijo la cantidad que faltaba y mientras contaba lo que restaba del
pago, levantó la mirada como taladrándonos, ya en esta instancia se encontró
con mi mirada que ya no era tan suave y procedió a terminar de realizar la
transacción sin mirarnos.
No entiendo cómo una
persona tan joven, en un cargo en el cual debe tratar a incontables personas,
de todas las edades, puede ser tan amargada y convertirse en un ser tan
desagradable y grosero.
Esta es apenas un
mínimo de la clase de maltrato que sufrimos los seres humanos.
En esta misma semana un
empleado de un servicio de correos llegó a mi puerta con un sobre, bajé y
sonriente le saludé e hice comentarios típicos del estado del tiempo,
agradeciendo que me trajera este documento, su reacción fue brusca,
desagradable, casi que me tiró el escrito y se fue. Recordé que mi hermano
siempre ofrecía un refresco cuando en días de calor estos mensajeros llegaban a
la puerta, pero este señor no dio tiempo de nada. Quiero pensar que traía
problemas en su cabeza, que no le gusta su trabajo, que tenía prisa, en fin
cualquier cantidad de situaciones que yo desconocía, pero sorprende,
nuevamente, que una persona tan joven, ya presente una personalidad amargada.
Y adentrándonos más en
situaciones escabrosas, escuché en un noticiero, hace ya más de una semana, que
un hombre al cual su esposa lo dejó, saltó la tapia de la casa de su suegra y
mientras esta dormía le asestó tremendos golpes con un ladrillo en la cabeza.
Esto ya no es maltrato, es violencia, con esta actitud no resolvió nada, su
mujer no volverá con él, sus hijos le temerán, la suegra si sobrevive tendrá
que seguir algún tipo de tratamiento sicológico pues verse abocado a golpes en
la mitad de la noche trastorna a cualquiera.
Y qué decir de las
mujeres que son golpeadas a diario por sus compañeros, novios, amantes,
esposos, etc. y que a pesar de ello continúan allí… hay personas que dicen que
debe ser que les gusta, y yo rechazo esto, debe uno colocarse en los zapatos de
la víctima. Su educación, situación económica, cómo creció y que le fue
inculcado en su vida, cuál fue la visión que tuvo sobre la existencia en este
mundo.
Conocí a una mujer que
vendía revistas, y hablo de una situación acaecida hace unos veinte años, esta
señora me llevaba semanalmente una revista que yo coleccionaba, indistintamente
empecé a notar que traía moretones, ojos golpeados, dedos fracturados, vendajes
en piernas, en fin, todo indicaba que era objeto de maltrato. No contenta con
sus disculpas y excusas permanentes a su estado físico, la concreté y me
comentó que su esposo “la cascaba” a diario, que cuando quería salir a reunirse
con sus amigos, entraba y de una le daba una tunda a ella para que no le dijera
nada y con ese pretexto se iba y volvía al otro día, siempre había una razón
para lastimarla.
Siendo yo funcionaria
sólo pensé que ella debía denunciarlo y poner punto final a esa situación, ya
que tenía un bebé pequeño, una niña, que estaba presenciando semejante ejemplo
y que además podía ser víctima de su padre también. Me dijo que lo pensaría,
sin embargo una semana más tarde volvió con una herida delicada en su cabeza.
Volví a aconsejarla e insistí en que no podía permitir continuar así.
Pasó un mes y no volví
a ver a esta mujer, pensé lo peor, sin embargo, llegó un día, rozagante y con
su niña en brazos, me traía las revistas de todo ese tiempo y me comentó. Seguí
su consejo. Yo apresurada le pregunté si había denunciado a las autoridades a
su esposo y rápida me dijo:
“No
señora, estaba yo alisando una ropa cuando entró mi marido, se paró en la
puerta y de una sola acción se sacó la correa viniendo hacia mí. Le advertí que
no se atreviera a tocarme, pero más rápido se acercó y yo que tenía la plancha
en mi mano la levanté y el quedó con la plancha pegada en el pecho.”
Me quedé literalmente
FRÍA, no podía creer lo que escuchaba, ella continuó:
“Pues
desde eso, todo cambió, me puso mi puesto de revistas, está cumplido con todo
en la casa y no más golpes…”
Tal parece que algunas
personas prefieren como dicen en inglés the
hard way, la forma difícil para entender lo que no deben hacer y sobre todo
agredir una mujer cuando esta sostiene una plancha caliente es bastante torpe,
lo mismo que si lo hace cuando esta se encuentra en la cocina con todas las
armas posibles para responder un ataque.
No apruebo esta forma
de ganarse el respeto, pero en el nivel social de esta pareja parece que es la
necesaria.
También y por razones
de mi trabajo conocí a una pareja, el marido en la cárcel por un delito menor
pero que lo mantendría alejado de la casa por un buen tiempo. La mujer al
presentarse para solicitar un permiso para visitarlo me suplicó que hablara con
el señor Juez para que por favor no lo fueran a soltar porque le pegaba mucho.
Obviamente esto no se podía prometer a ella ya que había un proceso, pero ella
cada ocho días venía por el permiso y llegaba con el mismo llanto y la misma
petición.
Dejé de verla hasta un
día que llegó y tenía un vientre de unos 5 meses de embarazo, no pude evitar
preguntarle por qué se había embarazado si le temía tanto a su marido y la
respuesta vino como una cachetada.
“porque
cuando tienen esposa embarazada es más favorable que le concedan la libertad
para que cumpla con sus obligaciones y como yo vivo de lo que él me da, pues me
embarace.”
Eso
sucede una y otra vez y no deja de asombrarme. Punto aparte, viendo entonces la
serie sobre Helenita Vargas, donde aparece una dama de la sociedad caleña
golpeada brutalmente por su esposo, sin que ésta haga nada para detener esta
conducta, porque el maltrato no sólo se da en las familias de bajos recursos
económicos y sin educación, también en círculos de clase alta.
También
existe otro tipo de maltrato que sin golpes, lastima de otra manera, una
conocida más cercana me comentó que su compañero los últimos meses le decía que
ella no le inspiraba nada y que por el contrario sentía un profundo rechazo,
que incluso unas manchas que a ella le salieron en la piel le daban asco. Yo
que conocí al sujeto me impresioné al oir estas palabras ya que no es ningún
adonis ni tiene físicamente la perfecta piel, por el contrario tiene las
típicas manchas que acompañan la vejez, sufre pérdida de cabello, usa una
prótesis dental y no es que esto desmerezca en una persona, pero es obvia y
según entiendo cada noche la coloca en un vaso con agua… es un hombre bastante
mayor y ya muestra bastante dificultad en sus movimientos. Y no es que la
susodicha dama no contestara también con improperios a tales palabra agresivas,
pero entiendo que fue él quien inició la perorata ofensiva. Sus vidas físicas
se deterioraron compartiendo dificultades, alegrías, preocupaciones etc. al
mismo tiempo, les llegó la vejez y los cambios inevitables no podían ser
aplazados, pero el caballero sólo ve los que su compañera ha sufrido.
Me
refiero al aspecto físico del sujeto para considerar lo atrevido de sus
manifestaciones a su cónyuge, cuando se encuentran en una etapa de la vida que
debía ser de acompañamiento, tranquilidad y disfrute de la edad dorada, que
para ellos se convirtió en la edad carbonizada.
Incluso
en parejas jóvenes, que se casan enamoradas, no faltan ofensas que van dejando
huella en las parejas y sin embargo, siguen juntas.
Y
no es sólo el hombre el que ofende y golpea, supe de un hombre que siempre
llegó magullado a la oficina, su mujer una fémina de baja estatura y buenos
músculos con razón o sin ella terminaba sacudiéndole, no puedo evitar sonreír,
a pesar de lo trágico de la situación, porque ambos llegaban al trabajo cada
mañana, ella delante con paso marcial y él detrás, llevando casi siempre el
enorme bolso femenino de ella, cabizbajo, con ciertas cicatrices en el rostro,
porque al parecer era el lugar preferido para asestar sus golpes, pero
saludando a diestra y siniestra sonriente…
¿Sería
que a él le gustaba este maltrato?
Tengo
todo un arsenal de historias no contadas que sólo puedo documentar a través de
mi memoria, pero que este blog no sería suficiente para comentarlas, por eso
sólo dejo esta inquietud para recordar que una sonrisa no cuesta nada, incluso
cuando se contesta el teléfono si se brinda una sonrisa, aunque no la vean, su
interlocutor la siente, la percibe y muy seguramente la conversación fluirá más
grata.
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