Marzo 9 del 2014
Votaciones
Empezó con una lluvia
fuerte que poco a poco fue amainando pero que no se fue del todo. Aproveché el
momento en que era sólo una ligera lluvia y me dirigí a mi puesto de votación.
El trayecto, unas diez
cuadras hasta avistar las filas que no creí encontrar tan largas, me acerqué y tímidamente
pregunté si había una fila para mujeres y una voz varonil me avistó y con
cierta amabilidad me dijo: “No, pero
usted perfectamente puede ubicarse en la fila de la tercera edad”, me sentí
feliz, pues eran sólo una docena de personas quienes estaban allí y agradecí a
mi edad y a mis canas que no dejaron dudar a quienes allí estaban de que tenía
pleno derecho a tener ese privilegio.
Delante de mí una
señora alta, de buena presencia y con el cabello totalmente blanco, tornó el
rostro hacia mí y con muchas ganas de conversar empezó: “¿Sabe? En mi negocio trato con muchísima gente y ayer un señor compró
una mercancía y al mirar mi nombre me dijo que tenía el mismo de su señora
madre y yo mirando su documento de identidad le dije y usted el nombre de un
hombre famoso Winston Churchill, de inmediato el caballero me dijo “contemporáneo
suyo”, y yo le contesté, se equivoca y sería bueno que estudiara un poquito de
historia para que se dé cuenta del error que está cometiendo.” La señora
siguió sin parar su comentario: “y como
le parece que después llegó a recoger la mercancía y el hombre me dijo que yo le
había dado cátedra y le había señalado con la mano algo así como tocando
madera. Y hoy me lo encuentro en la fila y me dice que puedo hacer la fila en
la tercera edad, pero manifestándome que estaba temeroso de mi reacción. Si ve,
yo no tengo problema con mi edad sólo le estaba indicando que era un ignorante
en historia.”
En ese punto creí que
nuestra conversación había llegado a su fin, cuando la dama salta a otro punto.
“Mire esa señora con el paraguas, se
molestó porque le dije que tuviera cuidado que podía sacarle un ojo a cualquier
persona.”
Nuevamente creí que ya
había concluido la charla, pero no, siguió con el siguiente tema:
“Hace
poco me hicieron una endoscopia, y entiendo que a la gente la sedan, pero yo no
me dejé sedar. Eso le ponen a usted un tubo como de crema de dientes, yo iba
preparada, eso no duele, basta con que usted coloque la lengua para un lado,
ese es el truco, es lo mismo cuando uno se lava la lengua con el cepillo, uno
siente molestia, pero gire la lengua y verá que se acaba el malestar. El médico
me dijo que mirara la pantalla y yo no quise, eso es lo que altera a la gente. Yo
salí cuando terminamos, en cosa de media hora y en la sala habían varias
personas esperando que sus pacientes despertaran cuando el médico me dijo que
tenía que repetir la endoscopia porque no había tomado la muestra y yo le dije
tranquilo, no tengo problema. También me preguntó que cuantos años tenía y le
dije sesenta y ñapita, y todo lo tengo viejo pero bueno… “
Pensé que seguiría pero ya a estas
alturas habíamos cruzado el portal y cédula en mano verificaron mi huella dactilar y me
indicaron que pasara a la mesa 30.
Confieso que el trayecto se me fue en
segundos escuchando a esta señora y no puedo negar que lo disfruté enormemente,
me di cuenta de la facilidad de palabra de la dama, su discernimiento, la forma
amena como soltó una cantidad de información que yo no esperaba, repito es una
mujer de buen físico, alta, delgada, bien vestida y compuesta, su rostro no
presenta arrugas ni manchas, el cabello blanco bien peinado, educada en sus
maneras y movimientos, pero con una necesidad de hablar y comunicarse
impresionante.
De regreso a casa pensé que de pronto se
trata de alguien que suple su necesidad de compañía de esta manera y una cosa
me llevó a la otra, la cantidad de gente mayor que no es escuchada, que tienen
tanto para decir pero cuya información se pierde.
Recuerdo una película que vi hace muchos
años en la cual cada persona leía un libro y lo memorizaba y al pasar el tiempo
lo pasaba a un hijo y este a su vez lo transmitía a un hijo suyo y así
sucesivamente, para que ese conocimiento fuera pasando de generación en
generación y no se perdiera nunca.
La gente mayor y me incluyo, hemos
vivido y aprendido mucho en la vida y las nuevas generaciones apenas están empezando,
y aunque dicen que nadie aprende en cabeza ajena, hay experiencias que pueden
ayudar a mejorar el conocimiento de otros, nada más basta con mirar lo que me
dijo la señora en la fila de votación, que el truco para soportar una
endoscopia lo es mover la lengua hacia un lado, ya sé que me dirán que esta
información se puede ver en Google, pero Google te va a tomar de la mano, te va
a sentar y con calidez ¿te va a explicar lo que aprendió en su existencia? Y además
puede que te ofrezca ¿un tinto o un jugo?
Nosotros somos los Google del pasado y
si nos ponemos serios seremos el Google del futuro.
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