Marzo 7 del 2014
Mascotas, por qué y
para qué tenerlas
Si piensa en adquirir
una mascota, en general, perros, gatos y de cualquier clase, sería bueno
preguntarse:
¿Para qué quiero
tenerla?
¿Por qué?
¿Puedo cubrir las
necesidades de ella?
¿Estoy dispuesto a
soportar y también disfrutar lo que conlleva tenerla?
En mi concepto es como
adoptar un hijo, una mascota es un ser vivo, de carne y hueso, si la golpeas
llora, siente hambre, tiene necesidades, le gusta que la quieran y ser bien
tratada. Cuando están pequeñas son traviesas, hacen daños, hay que educarlas
para que sepan dónde van a dormir y dónde tienen que hacer sus cosas, hay que
enseñarles que sus dientes nos causan daño. Son tantas y tantas cosas que debemos
tener en cuenta antes de tomar la decisión final.
Muchas personas compran
o adquieren una mascota para complacer a su pequeñito hijo quien quiere “jugar”
con el perrito y apenas el cachorro muerde al niño quien le hala las orejas, le
muerde la cola y lo golpea, castigan al animalito y muchas veces sin pensarlo
dos veces lo tiran a la calle.
Yo adopté una perrita
de tres meses de nacida que dejaron abandonada a una cuadra de mi casa, su
color era indefinido y de sus orejitas colgaban mazorcas de garrapatas, no sé
cómo sobrevivió a las lluvias de ese agosto, ni cómo pudo cruzar la calle
buscando refugio tras unas piedras en una casa vecina.
Hacía poco habíamos
perdido un gatito también adoptado y una señora pensó que yo sería buena
candidata para recoger el perrito, en ese momento creímos que era un macho. Me
acerqué a mirarlo y estaba asustado, rodeado de gente que lo miraba, unos
queriendo espantarlo y otros con pena de su situación. Me acerqué y por obra de
no sé qué, salió de su escondite y se me tiró encima. Lo abracé, estaba
tembloroso, las encías blancas así como sus orejas y ojos, pensé que era
difícil que se recuperase pero me lo llevé en brazos a casa.
El miedo no lo dejaba
estar sobre sus patas y se internó en el último rincón del garaje de la casa.
Con alimento y paciencia la saqué poco a poco y con ayuda de una amiga
empezamos a limpiarla de tanto animal que tenía encima, le di un poco de leche
condensada tibia pues tenía aún sus dientes de leche y se veía que el frío la
estaba matando, antes de bañarla con agua tibia, llamé a la médica veterinaria
quien me explicó telefónicamente qué hacer con el animalito, me preguntó el
nombre y le dije “Martín”, entonces vino la consabida pregunta, ah, entonces es
macho, y caí en cuenta que no había mirado el sexo del animalito, la levanté y
de una le dije a la doctora, perdón se llama “Martina”.
Inicialmente creí que
era marrón, pero después del baño, bien alimentada y vacunada, este fue el
primer resultado:
Es una labradora mixta,
en esta fecha ya cumplió 10 años humanos de vida, pero me ha dado su fidelidad,
su alegría, su nobleza y también sus fuertes ladridos. Han habido muchos
gastos, sufre de Espondiloartrosis de columna lumbar y le fue encontrado un
tumor que resultó cancerígeno, sin embargo su actividad es única, juega de
portera con la pelota, obedece órdenes, en fin, es excepcional.
Eso sí con las
tormentas que sufrió de pequeña en las frías calles de la temporada en que fue
abandonada, le quedó el temor absoluto a las tormentas, a la pólvora y a salir
a la calle, traumas que no han podido ser superados y que la convirtieron en
una perrita de hogar.
Como regla cada
animalito en mi casa, además de darle las atenciones médicas necesarias han
sido esterilizados, machos y hembras, hablo en plural porque tengo más de una
mascota, lo cual ayuda para evitar la proliferación de ellos ya que de acuerdo
a las estadísticas su número ha venido en aumento y al mismo tiempo sucede lo
mismo con los que dejan abandonados.
Concientizar y educar a
la ciudadanía respecto a las mascotas es una labor que día a día se intenta, lo
veo en la prensa, en los avisos que las propias clínicas veterinarias colocan,
en internet, sin embargo no parece ser suficiente. En el barrio en el cual vivo
se ven a diario las filas de perritos sueltos, sin dueño, otros en manos de
indigentes que cargan con ellos y comparten su hambre y necesidad, hay personas
que se han dedicado a prestar un servicio a la comunidad recogiendo estas
criaturas que aparecen en las calles, pero estos lugares están abarrotados de
animalitos y ya no pueden recibir uno más.
Hace poco estuvo
aullando un perro, hermoso, en esta cuadra, se colocaron avisos y se buscó al
dueño, pero nadie respondió al llamado, por mi parte no podía hacerme cargo de
él, como dije antes, ya tengo suficientes mascotas y el bolsillo no da para
tanto, al final un vecino caritativo lo recogió y yo lo veo, hermoso,
alimentado, bien atendido.
Pero ¿qué pasa con los
pobres animalitos que nadie recoge? Los que ves correr de un lado a otro en las
calles, esculcando basuras y sobreviviendo a la persecución de la gente que los
espanta de sus puertas, de los muchachos que los persiguen y les arrojan
piedras, terminan atropellados por vehículos que sin querer y otros queriendo
no los evitan en la vía.
Ojalá se propague la
petición de no adquirir una mascota por capricho de un niño o por el antojo de
un momento, que al hacerlo se haga por la certeza de que se hará cargo de ella,
que será un compromiso serio y responsable para estos seres que a pesar de ser
algunas veces una verdadera molestia son los más leales y desinteresados
amigos, que siempre nos reciben felices y están allí para alegrarnos.
Esto me recuerda un
trillado chiste que leí hace algún tiempo:
Le dice un amigo al
otro: De manera que prefieres a tu perro antes que a tu mujer. Y contesta el
otro: Mira, te lo pongo así, coloca en el maletero de tu carro a tu mujer y a
tu perro y dime cuál de los dos se alegra más cuando después de una hora lo
abres…
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