Marzo 20 del 2014
Frases
curiosas
En esta época de tanta
tecnología y grandes cambios en nuestra cotidianidad, me he encontrado
escuchando conversaciones que me han provocado más de una sonrisa y no lo
niego, me han hecho la vida más amable, especialmente en diálogos que
involucran los tan odiados y amados celulares.
Frases como:
Cuando
llegues llámame y yo no te contesto…
Llámame
al celular que no lo encuentro.
Llámame,
cuelgas y te marco.
No
tengo minutos…
¿Me
regalas minutos?
¿Tienes
minutos?
No,
si se me murió la pila…
No
contesté porque estaba en el Banco…
Te llamo luego
que estoy en la calle… y al fondo se escucha que bajan la manija del sanitario
y el agua que corre… y un “ups…”
Ya estoy
llegando, voy por Santa Librada… cuando en realidad está en Chipichape.
No veas, si
estoy en un trancón… mientras
consume un aromático café en Juan Valdés.
¿Tienes
tu teléfono allí? Tómame una foto.
Mándame
un Whatsapp.
Espera
le pregunto a Google.
Déjame
un mensaje.
Mandamelo
bluetooth.
En
tu casa hay wifi? Déjame conectar.
P/.
Oye tu celular me manda a buzón. R/. Está cargando.
(En el bolsillo)
Oye,
te estoy esperando ¿dónde estás? Al otro lado de la
línea: En mi casa, no he podido salir ¿y
tú? Detrás de ti.
La primera me parece la
más divertida, si no vas a contestar ¿para qué te llamo? Hay que ir al contexto
de la conversación para entender este contrasentido, pero la sola frase de por
sí tiene su gracia.
Además de las
situaciones en las cuales nos intentan engañar, pues ya es común contestar en
cualquier sitio y la única forma de zafarnos de una llamada imprudente, una
invitación molesta, un favor que no queremos hacer en ese momento, es diciendo:
Luego
te llamo estoy manejando. Claro que esto ya no está
surtiendo mucho efecto con el maravilloso sistema tecnológico de los vehículos
que quedan conectados automáticamente a tu celular y puedes hablar sin utilizar
siquiera audífonos llamados manos libres, lo cual también tiene su incomodidad
porque quienes te acompañan en el vehículo escuchan y pueden participar en la
conversación.
Hubo un evento real que
todavía me parece un tanto cruel, pero gracias a los celulares se descubrió.
Un conocido le fue
infiel a su esposa y precisamente cuando estaba en el Motel recibió llamada de
su cónyuge y él ni corto ni perezoso manifestó que estaba trabajando y después
la llamaría, se despidió amoroso y colocó el celular en la mesita al lado de la
cama… pero olvidó apagarlo… El resto es historia.
Y como una cosa trae la
otra se me vino a la cabeza un chiste que adjudican a nuestros queridos
congéneres pastusos.
Estando, igualmente, un
esposo pastuso en un motel, recibió llamada de su mujer y al contestar el
celular éste dijo: ¿Mijita y cómo supiste que estaba en un motel?
Pero hay algo que no
puedo dejar de mencionar porque lo presencié y todavía me provoca una
carcajada.
Haciendo cuentas con
una amiga ésta cogió la calculadora, anotó una cifra, usó el signo de dividir y
colocó la calculadora en su oído esperando escuchar la respuesta… es hermoso
ver cómo marcar un número nos coloca automáticamente en la función teléfono.
También presencié a una
señora amiga quien hace algún tiempo manejaba una conocida cadena de
peluquerías en esta ciudad, cuyo celular era un constante ring-ring, apenas
tenía oportunidad miraba su celular y presionaba botones en una forma súper
rápida, la vi hacerlo en varias oportunidades hasta que la curiosidad me venció
y la interrogué al respecto, recibiendo esta respuesta:
Ah!
Como no puedo contestar cuando me llaman, me dejan mensajes, entonces de tanto
en tanto miro quién los manda. Pero, le dije, ¿los
contesta con esa agilidad tan grande? Y me respondió: No, es que yo los borro…
El celular es una gran
ayuda, muchas veces un cómplice, pero también un delator, allí se recopilan las
llamadas, los mensajes, toda una vida social y si queremos ocultar algo habrá
que tener la suficiente habilidad para borrar esa enorme base de datos allí
recopilada antes de que caiga en las manos equivocadas.
Seguramente a todos les
han surgido frases referidas a estos aparaticos, que han escuchado y con
muchísimas anécdotas divertidas y otras no tanto, pero que evidentemente ponen
de relieve la necesidad de conservar este servicio que ya es de primera
necesidad.
Siempre me pregunto
¿cómo pude vivir sin celular? Y si en las primeras etapas de mi vida no tuve
problemas al no tenerlo, cómo es que ahora me angustio si salgo a la calle y he
olvidado este adminículo en casa. Puede ser un cuarto de hora que lo dejo y
cuando regreso sin lugar a dudas reviso de inmediato los mensajes y llamadas.
No puedo terminar este
artículo sin mencionar que inicialmente el celular era una verdadera “panela”,
la batería duraba tan sólo una hora, era una especie de radio, luego llegaron
unos más pequeños y con más durabilidad, y cada año llegó uno nuevo hasta los
smartphones, iphones etc.
Sólo falta que nos
coloquen un chip en el cerebro y listo. Menudo problema para quienes asaltan a
los transeúntes para quitarles el celular. Quizás esta sea la solución.