sábado, 19 de marzo de 2016

"Experiencias milagrosas"



Marzo 19 del 2016

“Experiencias milagrosas”

Sí, experiencias milagrosas entre comillas, porque no puedo dejar de comentar el periplo hasta la ciudad Señora Guadalajara de Buga, hace un par de días cuando quise cumplir una visita a la Basílica donde se venera al Cristo Milagroso.

Me preocupaba el estado del tiempo ya que últimamente las lluvias han sido frecuentes, sin embargo el día fue maravillosamente soleado. Salimos más o menos a las 10:30 am y aunque el tráfico, como siempre, dentro del perímetro urbano era caótico llegamos hasta la carretera que nos llevaba rumbo a Cerrito y posteriormente a Buga. 

Hermosa carretera, el cielo despejado y las nubes formaban figuras en forma caprichosa y alegre, haciendo de esta salida todo un paseo matutino. 

Al llegar a la ciudad de destino, seguimos las instrucciones que aparecían a la entrada para llegar a la Basílica que nos llevaba directamente por el centro de la ciudad… hasta que concluimos que hacía falta una flecha que indicara cuando doblar a la izquierda porque de lo contrario atravesaríamos la ciudad de polo a polo.

Más o menos encaminados preguntamos a un caballero sobre la ruta que debíamos seguir para llegar a la Iglesia y jovialmente se acercó y nos indicó que al llegar al semáforo debíamos doblar a la izquierda y más adelante a la derecha. Al pasar el semáforo había un grupo de personas y volvimos a preguntar la ruta, ya que no sabíamos cuantas cuadras recorrer para doblar a la derecha y un motociclista con su parrillero con un entusiasmo increíble nos guiaron hasta donde debíamos doblar a la derecha e indicaban con las manos que siguiéramos derechito.

Evidentemente llegamos a la entrada de la Basílica, buscamos un parqueadero y nos dirigimos a ella, en ese momento se estaba llevando a cabo la Eucaristía pero permitían entrar al camerino para rezar, depositar donaciones, dejar cartas de agradecimiento etc. Durante mi vida he visitado este lugar unas 8 ó 10 veces y siempre he visto esta Imagen que pienso es una réplica de la original, pues no pueden exponer la verdadera so pena de exponerla a cualquier reacción de los fieles, ya que en el pasado fue víctima de agresiones.

Hay una historia del sacerdote redentorista Gabriel Londoño Sepúlveda, a quien le adjudican el hecho de haber sacado en forma sigilosa la imagen original de su cabina de cristal, la hizo fotografiar y embadurnó con cera la figura para sacarle un molde. Este Cristo en fibra de vidrio fue la primera réplica del Milagroso y tal parece que está exhibido en el altar de la parroquia San Alfonso en el barrio La Soledad en Bogotá.
En el año de 1999, durante la Misa Dominical el padre Londoño invocó la piedad del Milagroso hacia su madre quien se encontraba en grave estado de salud, pidiéndole se la llevara y efectivamente pocos minutos después la señora descansó.

Este sacerdote ha dedicado su vida al Milagroso, y su parroquia es tan visitada como la Basílica de Buga.

Por intermedio de este sacerdote se han llevado réplicas de la imagen a otros países e incluso  hay una imagen colgada en Brooklyn, Nueva York.

Pero bien, como siempre, me desvío de mi relato.

Una vez abandonamos el camerino, nos dirigimos a la primera tienda que hay a la salida al lado izquierdo, por ser un almacén grande para comprar un par de velitas, pregunté si tenían alguna bendita, y me dijeron que no pero que no me preocupara que el sacerdote que estaba en ese momento apostado sobre la vitrina no tendría inconveniente en darle la bendición. Así con esta respuesta escogí dos veladoras las cancelé y volví donde la amable vendedora quien preguntó al clérigo quien vestía de civil, pantalón caqui camisa a cuadros quien con su actitud no me ofrecía la confianza de que en verdad fuera un sacerdote, pero sin embargo esperé la respuesta.

Sin mirarme siquiera el religioso miró a la vendedora y le dijo: “Usted sabe que tenemos prohibido bendecir en la tienda, todo hay que hacerlo en la Sacristía. Después de la Eucaristía.”

También sin mirarlo agradecí, tomé mis veladoras y nos marchamos rumbo a la Iglesia donde aún continuaban en la celebración.

Decidimos comprar dos mates de dulce para un par de amigos en Cali y el vendedor que nos atendió, en otro almacén, al escuchar mi protesta por la actitud del sacerdote me dijo: “Lleve sus veladoras al camerino, las coloca frente al Cristo y le quedan bendecidas.”
 
Le encuentro lógica a la recomendación del vendedor y también vino a nuestra mente el recuerdo de mi hermano Sacerdote, quien se habría ofendido tremendamente al escuchar a este colega negar la bendición de unas veladoras a unos fieles.

En realidad pienso que la fe de cada persona es suficiente para hacer que un objeto esté bendito. No sé explicarlo, pero me sentí agraviada, no por la negativa del clérigo, sino por la actitud. Los particulares con quienes nos encontramos en la ciudad, fueron amables, alegres, serviciales y sólo este religioso puso una nota negativa a nuestra visita, precisamente un hombre que supuestamente debía mostrar generosidad asumir una posición tan poco espiritual.

Me hizo concluir que estábamos ante un negocio, sólo después de la Eucaristía se pueden bendecir imágenes, velas etc. y en la Sacristía de la Basílica, o sea que la bendición no tiene validez por fuera de la Iglesia y ¿el sacerdote pierde sus “poderes” si lo hace fuera de dicho recinto?

El caso es que abandonamos la ciudad Señora con un poco de desilusión, pero con la tibieza de la grandeza de la gente que vive en ella, los particulares nos brindaron una bienvenida y una acogida que siempre recordaremos.

El regreso a casa, como siempre que sale uno de paseo, fue corto, nos dio la impresión que el camino se había encogido y la hermosa carretera dio paso a un recorrido tranquilo en el que disfrutamos del paisaje.

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