Octubre
22 del 2015
OTRO
ANIVERSARIO
Hoy hace tres años que
mi hermano Jaime no está con nosotros, y si recuerdo esta fecha no es para
sentir pena, por el contrario es para traer a la mente eventos buenos y
agradecer a quienes lo acompañaron de una u otra forma, pero hoy no puedo menos
que pensar en esa hermosa labor que ejercen las enfermeras al lado de los
médicos.
Cuando mi padre enfermó
fue atendido en una clínica de esta ciudad y estas personas lo atendieron hasta
último momento. En aquel entonces no me di cuenta del servicio que presta este
personal a los pacientes y aunque agradecimos a todos su atención, en mi
interior no lo valoré lo suficiente.
Años después mi progenitora
sufrió quebrantos de salud que la colocaron en una situación de invalidez que requería
de mucha ayuda, pasó 18 meses de incapacidad en los cuales contraté primero una
terapista que le ayudó con sus movimientos y posteriormente una enfermera que
me acompañó dos veces por semana a hacerle curaciones, pues no era suficiente
cambiarla de posición cada media hora para evitar las escaras, y esta mujer con
gran generosidad, me enseñó a aplicar eficientemente los medicamentos que
aliviaban el dolor de mi madre y le permitían pasar esos días finales con
cierta comodidad.
En el año 2012 fue mi
hermano Jaime, quien requería total atención. Con la experiencia del pasado la
única alternativa era contratar una enfermera, labor nada fácil ya que muchas
personas mencionaban situaciones nada agradables ocurridas en sus casas, sin
embargo tuve la suerte de que me recomendaran una joven profesional, con mucho
carisma y con una vocación de servicio que me dejaron anonadada. Su actitud y
su manejo del paciente fueron impresionantes, con gran conocimiento de la droga
que le era suministrada, así como tratarlo durante las reacciones obvias
después de cada cirugía. Pero no fue ella sola quien lo cuidó, a través de ella
hubo dos personas más que ayudaron, pero que fueron guiadas por esta
responsable practicante.
Gracias a la mencionada
joven enfermera pudimos sobrellevar los dolorosos traslados de mi hermano a los
distintos consultorios médicos, a las salas de terapia, a las clínicas etc. y
es que su trabajo incluía mantener al paciente limpio, bien alimentado, con un
estricto cumplimiento de la droga, toma de presión, temperatura y cada día
dejar un historial de lo acaecido, esto sin mencionar el traslado del vehículo
a la silla de ruedas y viceversa, tarea nada fácil debido a la incapacidad para
caminar que sufría. Llamar al médico en caso de emergencia y cuando le
correspondía el turno nocturno, pasar en vela observando cualquier cambio del
paciente, estas son tan sólo algunas de las muchas actividades que debió desarrollar
durante el tiempo que sobrevivió mi hermano a su enfermedad.
Como no decir GRACIAS a
esta persona que en forma tan eficiente y consagrada nos ayudó a mantener bien
atendido a mi hermano y que estuvo hasta el momento de su despedida. Y no puedo
omitir su nombre, aunque siempre evito parcializarme exponiendo a las personas,
pero esta joven mujer, no puede ser ignorada y debe ser valorada por su entrega
y profesionalismo, virtudes que la acompañan con un manojo de buenos
sentimientos que inspiran confianza y seguridad a la familia del enfermo.
Y hoy y siempre, mi
hijo y yo repetimos Dios te pague Lina Johana Ávila Martínez, nunca olvidaremos
tu dedicación y generosidad en el cuidado de Jaime.
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