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viernes, 8 de abril de 2016
sábado, 19 de marzo de 2016
"Experiencias milagrosas"
Marzo 19 del 2016
“Experiencias
milagrosas”
Sí, experiencias
milagrosas entre comillas, porque no puedo dejar de comentar el periplo hasta
la ciudad Señora Guadalajara de Buga, hace un par de días cuando quise cumplir
una visita a la Basílica donde se venera al Cristo Milagroso.
Me preocupaba el estado
del tiempo ya que últimamente las lluvias han sido frecuentes, sin embargo el
día fue maravillosamente soleado. Salimos más o menos a las 10:30 am y aunque
el tráfico, como siempre, dentro del perímetro urbano era caótico llegamos
hasta la carretera que nos llevaba rumbo a Cerrito y posteriormente a Buga.
Hermosa carretera, el
cielo despejado y las nubes formaban figuras en forma caprichosa y alegre,
haciendo de esta salida todo un paseo matutino.
Al llegar a la ciudad
de destino, seguimos las instrucciones que aparecían a la entrada para llegar a
la Basílica que nos llevaba directamente por el centro de la ciudad… hasta que concluimos
que hacía falta una flecha que indicara cuando doblar a la izquierda porque de
lo contrario atravesaríamos la ciudad de polo a polo.
Más o menos encaminados
preguntamos a un caballero sobre la ruta que debíamos seguir para llegar a la
Iglesia y jovialmente se acercó y nos indicó que al llegar al semáforo debíamos
doblar a la izquierda y más adelante a la derecha. Al pasar el semáforo había
un grupo de personas y volvimos a preguntar la ruta, ya que no sabíamos cuantas
cuadras recorrer para doblar a la derecha y un motociclista con su parrillero
con un entusiasmo increíble nos guiaron hasta donde debíamos doblar a la
derecha e indicaban con las manos que siguiéramos derechito.
Evidentemente llegamos
a la entrada de la Basílica, buscamos un parqueadero y nos dirigimos a ella, en
ese momento se estaba llevando a cabo la Eucaristía pero permitían entrar al camerino
para rezar, depositar donaciones, dejar cartas de agradecimiento etc. Durante
mi vida he visitado este lugar unas 8 ó 10 veces y siempre he visto esta Imagen
que pienso es una réplica de la original, pues no pueden exponer la verdadera so
pena de exponerla a cualquier reacción de los fieles, ya que en el pasado fue
víctima de agresiones.
Hay una historia del
sacerdote redentorista Gabriel Londoño Sepúlveda, a quien le adjudican el hecho
de haber sacado en forma sigilosa la imagen original de su cabina de cristal,
la hizo fotografiar y embadurnó con cera la figura para sacarle un molde. Este
Cristo en fibra de vidrio fue la primera réplica del Milagroso y tal parece que
está exhibido en el altar de la parroquia San Alfonso en el barrio La Soledad
en Bogotá.
En el año de 1999,
durante la Misa Dominical el padre Londoño invocó la piedad del Milagroso hacia
su madre quien se encontraba en grave estado de salud, pidiéndole se la llevara
y efectivamente pocos minutos después la señora descansó.
Este sacerdote ha
dedicado su vida al Milagroso, y su parroquia es tan visitada como la Basílica de
Buga.
Por intermedio de este sacerdote se han llevado
réplicas de la imagen a otros países e incluso hay una imagen colgada en Brooklyn, Nueva York.
Pero bien, como siempre, me desvío de mi relato.
Una vez abandonamos el
camerino, nos dirigimos a la primera tienda que hay a la salida al lado
izquierdo, por ser un almacén grande para comprar un par de velitas, pregunté
si tenían alguna bendita, y me dijeron que no pero que no me preocupara que el
sacerdote que estaba en ese momento apostado sobre la vitrina no tendría
inconveniente en darle la bendición. Así con esta respuesta escogí dos
veladoras las cancelé y volví donde la amable vendedora quien preguntó al
clérigo quien vestía de civil, pantalón caqui camisa a cuadros quien con su
actitud no me ofrecía la confianza de que en verdad fuera un sacerdote, pero
sin embargo esperé la respuesta.
Sin mirarme siquiera el
religioso miró a la vendedora y le dijo: “Usted
sabe que tenemos prohibido bendecir en la tienda, todo hay que hacerlo en la
Sacristía. Después de la Eucaristía.”
También sin mirarlo agradecí,
tomé mis veladoras y nos marchamos rumbo a la Iglesia donde aún continuaban en
la celebración.
Decidimos comprar dos
mates de dulce para un par de amigos en Cali y el vendedor que nos atendió, en
otro almacén, al escuchar mi protesta por la actitud del sacerdote me dijo: “Lleve sus veladoras al camerino, las coloca
frente al Cristo y le quedan bendecidas.”
Le encuentro lógica a
la recomendación del vendedor y también vino a nuestra mente el recuerdo de mi
hermano Sacerdote, quien se habría ofendido tremendamente al escuchar a este
colega negar la bendición de unas veladoras a unos fieles.
En realidad pienso que
la fe de cada persona es suficiente para hacer que un objeto esté bendito. No
sé explicarlo, pero me sentí agraviada, no por la negativa del clérigo, sino
por la actitud. Los particulares con quienes nos encontramos en la ciudad,
fueron amables, alegres, serviciales y sólo este religioso puso una nota
negativa a nuestra visita, precisamente un hombre que supuestamente debía
mostrar generosidad asumir una posición tan poco espiritual.
Me hizo concluir que estábamos
ante un negocio, sólo después de la Eucaristía se pueden bendecir imágenes,
velas etc. y en la Sacristía de la Basílica, o sea que la bendición no tiene
validez por fuera de la Iglesia y ¿el sacerdote pierde sus “poderes” si lo hace
fuera de dicho recinto?
El caso es que
abandonamos la ciudad Señora con un poco de desilusión, pero con la tibieza de
la grandeza de la gente que vive en ella, los particulares nos brindaron una
bienvenida y una acogida que siempre recordaremos.
El regreso a casa, como
siempre que sale uno de paseo, fue corto, nos dio la impresión que el camino se
había encogido y la hermosa carretera dio paso a un recorrido tranquilo en el
que disfrutamos del paisaje.
viernes, 18 de marzo de 2016
Fotocopias
Marzo 18 del 2016
Fotocopias
Cerca de mi casa
funciona un gran almacén en el cual además de vender todo lo que se necesita
para una oficina, desde escritorios hasta lápices y borradores, tienen el
servicio o como los distinguen ahora de un Centro de Fotocopias.
Pues bien, regularmente
voy a este magnífico lugar cuando quiera que necesito cualquier tipo de
elemento de oficina ya que hay una variedad única, pero la sección de
fotocopias deja mucho que desear.
Les comento:
Como he tenido varias
experiencias en este lugar, ante la necesidad de sacar un manojo de fotocopias
me armé de paciencia y dispuesta a esperar por lo menos media hora antes de ser
atendida y pude apreciar que efectivamente el servicio no ha cambiado en lo más
mínimo.
Al llegar tomé la ficha
número 34 y miré a mi alrededor ya que la pantalla mostraba el número 30,
estaba siendo atendida una señora por un único empleado que en ese momento
estaba a cargo del servicio, a su lado un señor mayor miraba con impaciencia,
revoloteando y mirando dulces una pareja miraba el reloj constantemente, a mi
lado una afro descendiente bostezaba mientras sostenía en su mano una diminuta
memoria.
Transcurridos quince
minutos llegó un joven quien amablemente preguntó quién era el siguiente,
siendo la favorecida la dama que estaba a mi lado, extendió la pequeña memoria
y solicitó tres copias de tal archivo. El empleado colocó la memoria en la cpu
y manifestó que no la reconocía, intentó removerla y se quedó con una parte de
la misma en la mano, la clienta no se inmutó, le dijo que la volviera a colocar
y la presionara un poquito y efectivamente funcionó porque pudo ver los
archivos guardados. Eligió y se dirigió a una de las maquinas llegando a
mostrarlos, pero fueron rechazados porque los necesitaba horizontal no
vertical. Nuevamente eligió los archivos y trajo correctamente el pedido. El
vendedor fue a la caja hizo el cobro y trajo una bolsita donde puso
cuidadosamente las tres copias entregadas. La joven tal vez contagiada por el
ambiente vació su bolso y empezó a contar moneditas para pagar los trescientos
pesos que costaba.
Superado este momento
siguió el número 32, era la pareja que traía en su mano tres bolsitas de
dulces. Pasó unos documentos y pidió una copia de cada uno, 35 en total, esto
fue rapidísimo, yo misma me sorprendí, pero fue ligereza de mi parte porque el
acucioso empleado le pidió al cliente que revisara que estuvieran completas mientras
él lo observaba, correcto dijo el caballero exactas 35. Entonces curiosamente
el joven tomó las copias se las llevó y las volvió a contar, a pesar de que las
modernas máquinas tienen un contador de hojas, las colocó a un lado de la caja
y le hizo el cobro, pero había que agregar las bolsitas de dulce que compró el
hombre, así que se devolvió y corrigió la cuenta. Preguntó si quería grapar las
copias y con la respuesta afirmativa se fue a buscar una grapadora, sacó tres
del mostrador y ninguna tenía carga, buscó repuesto y al fin trajo una y grapó
las copias.
Al llegar a este punto
creí que el asunto había concluido, pero no, el empleado fue por una bolsita
para colocar las copias y cuando el cliente se retiraba se acordó de los dulces
y nuevamente hubo el movimiento esperado, buscar una bolsa más pequeña,
colocarlos dentro y al fin, entregarlos al hombre quien salió sonriendo y
diciéndome que allí siempre hay que llevar lonchera porque no se sabe cuánto
tardaran en atender.
Seguía el número 33,
tuve la suerte que fuera atendido por el otro empleado que acababa de terminar
de prestar el servicio a la señora de la ficha número 30. Ya habían
transcurrido 50 minutos desde mi llegada.
Una tercera empleada
ingresó al centro de fotocopias a realizar un trabajo y se ubicó detrás de una
de las máquinas, en el tablero brillaba el número 34, cuando el empleado
presionó un botón y el tablero pasó al número 35, así que empezó a preguntar
por la ficha 35. Le mostré mi ficha 34 y me miró interrogante como si yo fuera
la equivocada, pero bueno, le dije, mire a su alrededor y dígame si hay más
personas aquí. Miró a todos lados y aceptó mi turno.
Le pasé mi documento de
identidad y le pedí que lo sacara al 150 por ambos lados. Se quedó sorprendido…
me dijo, “esta no me la sé” y se
dirigió hacia la chica que seguía sacando copias y le preguntó qué hacer. Ella
tomó mi documento y lo fotocopió rápidamente. Me trajo la copia y me dijo que
esa empleada me seguiría atendiendo y se marchó…
Quince minutos más
hasta que la joven terminó su trabajo, yo era la única clienta que quedaba,
pero como yo tenía todo el tiempo del mundo esperé sin inmutarme.
Dos manojos de
documentos que llevé fueron fotocopiados, pero como eran dos copias me los
entregó sin separar y tuve que darme a la tarea de hacerlo para evitar
confusión. Pero lo mejor fue pensar que esta dama siendo más ágil que el otro
compañero me fuera a atender más rápido, pues no, entre una copia y otra se
dirigía al encargado del centro le decía algo al oído y se reían para seguir
haciendo comentarios de una reunión a la que asistirían.
A pesar de todos estos
impases, las copias son de muy buena calidad y ello implica el sacrificio de la
espera y la paciencia con la cual debe llegar quien quiera salir ileso en el
intento.
Todavía me pregunto el porqué
de esta actitud. ¿Será que tienen jefes muy permisivos? O más bien que no
tienen jefes. ¿O no les pagan bien? ¿O no les gusta su trabajo? Así podrían
salir muchos interrogantes y sin embargo no tener respuesta a esta incógnita.
viernes, 11 de marzo de 2016
Problema energético
Marzo 11 del 2016
Problema
energético
Para nadie es novedad
el problema energético que sufre el País y las muchas recomendaciones que los
Ministros y demás autoridades hacen a través de los medios de comunicación.
Hace poco escuché a una
Ministra, pienso que debe ser la Ministra de minas y energía quien exponía este
problema energético y señalaba el comportamiento de muchos colombianos señalando
el despilfarro de este servicio, diciendo:
“Es
que los ciudadanos al llegar a casa prenden luces, ponen a cargar el celular,
abren nevera, encienden estufa, se sientan a ver televisión o a escuchar radio…”
O sea que este es el
mayor descaro de este pueblo, especialmente la clase trabajadora, se levantan a
las cinco de la mañana y prenden la luz para bañarse y lo hacen con agua
caliente (especialmente en Bogotá y otras ciudades de clima frio), prenden la
estufa y se preparan desayuno, abren la nevera y sacan la leche, y se van a
trabajar llevando su celular.
Luego en la noche, ya
que muchos no se pueden dar el lujo de regresar al mediodía a su casa, llegan
entre las siete y las nueve de la noche, y lo peor, prenden la luz, como dice la Ministra, son tan atrevidos que ponen
a cargar el celular que es el único medio de comunicación que tienen con su
familia durante el día, abren la nevera para sacar alimentos, esto después de
todo un día de trabajo y cuando por fin pueden llegar a descansar, prenden la
televisión, ¡qué delito tan grande! Prender
la televisión.
Entonces, qué es lo
ideal…
Llegar a la casa a
oscuras, tanteando la puerta y sin hacer nada más dirigirse a la cama y dormir…
Y en la mañana, bañarse
con agua fría sólo por cinco minutos y a oscuras, olvídese de desayunar, eso
cuesta energía opte por el gas, y así salir para el trabajo, no importa que
lleve cambiados los zapatos y que se haya puesto la blusa de su mujer en vez de
su camisa y evite a toda costa usar el celular. Esto es civismo y ayuda al
problema energético.
Mientras tanto, las
empresas públicas dejan las luces encendidas toda la noche a pesar de haberse
terminado la jornada laboral, las estaciones de transporte, aunque terminan a
media noche, deja todo iluminado hasta el día siguiente etc. etc.
¿Por qué siempre el
ahorro lo debe hacer el más necesitado? Cuando se critica a la familia opulenta
que llega a su casa en su magnífico automóvil, con las luces de la entrada
encendidas, la puerta de ingreso bien iluminada, el salón, el comedor, la
cocina, todo con luces encendidas, el televisor de la sala prendido y en cada
habitación de la casa, especialmente los cuartos de los niños totalmente
iluminadas. Los jardines con lucecitas y la piscina con iluminación de fondo.
Esto sin ir más allá en los detalles.
Y adivinen a quienes
les van a aplicar el racionamiento, el apagón, el costo, las multas, etc. etc.
Cómo diría Mario Moreno
“Cantinflas”:
“Ahí
está el detalle…”
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