Junio 9 del 2015
Virus futbolístico
Lo que sé del famoso fútbol o
balompié es que se juega entre dos grupos de once jugadores cada uno y lo
completan una serie de árbitros colocados estratégicamente para que se cumplan
las normas del mismo. El campo donde se juega es rectangular con césped, real o
no, el todo es que exista, dos porterías y una pelota, se juega con los pies y
no se puede tocar con los brazos o manos. Este juego dura 90 minutos y la
misión es llevar el balón hasta el interior de la red que cubre la portería del
contrario. Para distinguirse los dos equipos llevan vestimenta diferente que
consta de pantalones cortos, camiseta, guayos y medias gruesas elevadas hasta
debajo de la rodilla. Con esto cumplo con el conocimiento de este famoso
deporte.
Y me refiero a este deporte
aunque no sé mucho de ello, pero en realidad no puedo dejar de pensar en uno de
los equipos caleños que se encuentra en la “B” y por mucho que hacen no llega a
la “A”. Me pareció que para lograrlo
bastaría una operación muy sencilla, tomar un buen equipo de la “A”, cambiarle
el nombre con el de la “B” y solucionado el problema, así no sería necesario
inventar encuentros y finales de copa para empujarlos a la cima de la cual
cayeron. Aunque la verdad es que los integrantes del grupo no son los mismos
que estaban al inicio de sus triunfos, por tanto no se puede esperar que con
sólo tener un nombre puedan convertirse en un gran conjunto.
En tiempos de mi juventud asistí
al Estadio y disfruté lo propio de algunos campeonatos. Ahora no me atrevo a
hacerlo, por temor a una caída, gajes de la tercera edad, a más de los
problemas que causan estos enfrentamientos cuyas consecuencias han sido
funestas, perdiendo la vida algunos aficionados por el simple hecho de ostentar
la camiseta de su preferencia.
Durante el mundial gocé las
mejores emociones que nos pudo dar la Selección Colombia, el surgimiento del
ídolo James Rodríguez etc. etc., seguí con los partidos del equipo merengue
donde llegó este famoso jugador, pero como todo lo que sube tiene que bajar, la
espuma bajó y tras la lesión sufrida por el magnífico muchacho, todo el país se
sintió autorizado para opinar al respecto.
Poco después y a raíz de la
celebración del cumpleaños de Cristiano Ronaldo, tras la derrota del Real
Madrid con un 4-0 a favor del Atlético de Madrid, por la imprudencia de un
cantante que fuera contratado para la misma, quien subió a las redes sociales
el evento, empezaron los reproches, como quien dice debían rumiar la vergüenza
de haber perdido un partido ahogándose en tristeza. Se les niega el derecho a
celebrar un cumpleaños, algo que es privado, que va por fuera de su labor
deportiva y encima regañan a James por haber asistido exponiendo su lesión a
cualquier golpe durante la celebración.
Las masas de aficionados son unos
tremendos críticos y quieren tener el mando de los jugadores, si van bien los
ensalzan y si les va mal los condenan, los improperios y recorderis de sus
progenitoras se escuchan en forma constante en las tribunas. Algunos de estos
visitantes del Estadio, ni siquiera practican algún deporte, su actividad es
visual, cuando no van al estadio, ven los partidos en la televisión o lo
escuchan en la radio. Sin embargo, saben exactamente que fue mal en el
encuentro y hay discusiones y foros en los cuales con gran firmeza advierten
los yerros cometidos por el Director Técnico y por los mismos jugadores.
Entonces por el solo hecho de
pertenecer al equipo de nuestras entretelas, nos tomamos el derecho de gobernar
sus vidas, o por lo menos dirigirlas virtualmente.
Pero no se puede negar que un
buen partido de fútbol es emocionante, hace poco vi el deportivo Cali vs
Atlético Nacional, disfruté con la forma como jugaron, lindos pases, el estadio
se veía en la pantalla que estaba a reventar, la felicidad se reflejaba en los
rostros de los caleños. Qué pocas veces compartimos estas alegrías.
Y nuevamente el fútbol hace mover
a su público, el equipo Barcelona como campeón de liga y el Deportivo Cali con
su novena estrella. Llanto, gritos, harina, pólvora, aplausos y todo lo que
acompaña la euforia futbolística.
Y como todo tiene su “pero” y en
estos últimos eventos no podía faltar, escuché en las noticias, tantos heridos
por arma blanca, tantos por riña, tantos otros por accidente de tránsito,
enfrentamientos unos por apoyar al equipo ganador, otros por no hacerlo, y esto
sólo mencionando la ciudad de Cali, ya que en Medellín también hubo disturbios
por la derrota.
Todos sabemos que en toda
competencia se define un ganador, tan simple como eso, no hay posibilidad de
compartir el podio para dos campeones, y en cualquier tipo de evento esto es
así, sin embargo, protestamos y nos molestamos porque ganó un equipo diferente
al de nuestras aspiraciones, y una vez finaliza el campeonato empiezan los
enfrentamientos, las provocaciones, descargando nuestro desacuerdo contra el
primero que aparezca con la camiseta del grupo triunfante.
Y toda esta parafernalia se inicia
desde temprana edad, el padre, regularmente es el hombre quien es aficionado al
fútbol, inculca a su pequeño su misma simpatía por determinado equipo, en
cuanto puede lo lleva en hombros al estadio y le coloca la camiseta (ésta sí,
regularmente comprada por la madre), llenándolo del orgullo futbolero.
Todo esto está muy bien hasta que
se encuentran con un oponente más fanático quien siente que esa actitud es
verdaderamente provocadora y se inician los enfrentamientos, ejemplo que el
menor observa y aprende.
Y la euforia del gol y la final
se convierte en estadística en los titulares de prensa, señalando los
resultados que en materia criminalista sucedieron como consecuencia del
resultado deportivo.
Ilusamente pensé que la
inauguración del Estadio del Deportivo Cali – el Coloso de Palmaseca, haría el
cambio necesario para calmar ánimos ya que el Estadio Pascual Guerrero en
temporada de fútbol, había convertido el paso por la quinta en un verdadero
riesgo, pero resulta que las filas de vehículos para entrar al parqueadero del
primero son inagotables y no logran cubrir el número de automotores en que los
hinchas arriban al Estadio; y a la hora de la salida es otro martirio, faltan vías
de ingreso y egreso al lugar, en fin que falta mucho para que esta obra quede
como debe ser.
Y tampoco puedo decir que esto es
exclusivo del ambiente latino, ya que países europeos sufren también con este
comportamiento, aunque, creo que últimamente han tomado medidas extremas que
mejoraron el ambiente deportivo de los hinchas.
El único momento en que los
colombianos nos unimos es cuando juega la selección, allí si todos formamos una
sola voz para apoyar al equipo.
Y la verdad no encuentro la
solución a esta enfermedad llamada “hinchada” y que en este momento está
afectando a los caleños.
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