sábado, 27 de junio de 2015

Reposición



Junio 27 del 2015
Reposición

Me pregunto cuántas personas de las que leen este blog han realizado el trámite de reposición de equipo ante cualquiera de las entidades que suministran los diferentes planes con esta tecnología del celular. Pues les comento, lo hice… y como todo lo que se hace en este mundo humano, tiene sus pedacitos jocosos.

En primer lugar debo advertir que llevaba varios años con el mismo equipo y aspiraba obtener algún descuento o promoción con el más sencillo de los planes. Para evitar una tediosa conversación telefónica entré a la página web del servidor en comento y busqué el “chat”, que por cierto, en el pasado me brindó información excelente, y me encontré con un letrerito que decía que todos los asesores estaban ocupados y que por favor esperara en la línea. Así lo hice y después de veinte minutos, salió otro letrerito que decía “Gracias por utilizar nuestro servicio.” Y me sacaba del chat.

En la tarde del mismo día volví a hacerlo y tuve el mismo resultado. El día siguiente, un sábado tuve igual suerte, así que tuve la idea de creer que la razón de la falta de este servicio se debía a que lo estaba intentando un fin de semana y además un fin de semana largo ya que venía acompañado de un lunes Emiliany. Así que esperé hasta el siguiente martes. 

Nuevamente con toda mi buena intención entré al chat y con sorpresa vi que todos los asesores seguían ocupados, lo cual me pareció lógico, ya que después de un “puente” debían estar realmente congestionadas las líneas, así que esperé al día siguiente y así sucesivamente toda la semana.

Desistí entonces de seguir intentando comunicarme por este medio y decidí averiguar otra forma eficiente de informarme sobre el trámite a seguir, sin que tuviera que hacerlo a través del teléfono, encontrando que además del “chat” podía hacerlo precisamente usando una línea telefónica directa por el celular o acercándome a las oficinas de la Empresa.

Como me resulta incómodo negociar telefónicamente acepté el consejo de una amiga de dirigirnos a una oficina principal de dicha Entidad para ser atendida por un asesor(a) humano a quien le podría explicar mi interés en forma directa.

Entusiasmada con la idea de poder exponer lo que realmente quería llegué hasta la oficina principal de la compañía telefónica. Según observé tenía que hacer fila ante una dama que se encontraba frente a una pantalla quien resolvía algunos casos y otros los remitía con una ficha a las diferentes casillas también atendidas por diferentes empleados. Mientras esperaba se me acercó una de las representantes de la empresa, me interrogó sobre mi diligencia y en forma amable me retiró de la fila y me dijo que sería atendida en forma inmediata.

Asombrada ante tal diligencia salí de la fila y en medio de un salón lleno de gente la vi llamar con un diminuto celular y acuciosamente me lo extendió diciendo: “Hable con la operadora, ella hará todo el trámite para su reposición…”

Tan pronto como me recuperé del trauma de tener que usar el teléfono para mi diligencia, me di cuenta que la llamada iba a ser un tanto incómoda ya que el salón se encontraba colmado con personas realizando diferentes trámites y se escuchaba un murmullo de conversaciones bastante molesto, sin embargo, resignada, coloqué el pequeño celular en mi oído y empecé a explicarle a la operadora mi interés, al parecer ella escuchaba claramente lo que yo decía, pero yo no alcanzaba a entender lo que decía no sólo por la rapidez de su modo de hablar sino porque se oía un eco tremendo en la línea.

Una vez logramos cierta comunicación me preguntó por las marcas de mi preferencia y dijo que tenía el modelo tal y tal, la interrogué por los precios y me quedé estupefacta cuando me dijo un valor aproximado a los cuatro millones de pesos… , cuando me volvió la respiración le dije que necesitaba algo más modesto, de cien a doscientos mil pesos… creo que en este momento fue ella la que se quedó sin aire, pero discretamente empezó a hacerme todo un interrogatorio, supuestamente para confirmar mi identidad. Fueron alrededor de veinte preguntas, empezando por el número de cédula, fecha de expedición, cuentas con bancos, etc. en fin. Ah! También el número de mi actual celular.

Tras unos quince o veinte minutos de diálogo, me indicó los posibles planes a elegir y una vez terminada la conversación me dejó en espera unos minutos, me pidió le pasara una de sus compañeras, así lo hice, pasaron otros quince minutos y nuevamente me pasaron el mini celular para seguir hablando con la operadora, quien ahora me dice que el teléfono escogido estaba agotado, que habían otros modelos y empezó a decirme los códigos y que mirara en las vitrinas del almacén para que eligiera uno, pero recorriendo estos aparadores no aparecían los modelos que ella señalaba, hasta que al fin por cansancio elegí el único posible. Pensé que había terminado la conversación cuando me preguntó el color del equipo, le repliqué para que me indicara qué colores tenía disponible y me respondió: “Sólo blanco.” … entonces… blanco por favor… esta decisión fue bien difícil…

Pero mi pequeña aventura no termina allí, me hicieron entrega de una factura que debía cancelar en el segundo piso y posteriormente reclamar el equipo en el primero. Todo esto fue maravillosamente bien, salí del almacén, llegué a mi casa y obviamente quise ensayar el equipo con una llamada y… descubro que no había sido incluida la sim card.

Al día siguiente tuve que regresar a solicitar la sim card y en verdad que en forma acuciosa la asistente que atendía la entrada de los clientes me la suministró y con mucha amabilidad ayudó para hacer la transferencia de toda mi información del antiguo teléfono al nuevo.

Mi interrogante siempre es el mismo, ¿por qué no podemos hacer las cosas bien desde el principio? Siempre hay un pero en toda tramitación, sobre todo que ellos conocen la rutina de memoria y quienes llegamos allí somos los simples usuarios que debemos ser dirigidos en el camino de la nueva tecnología. Pero y este es mi “pero” la atención a través de un teléfono no es la mejor para el usuario, a veces es necesario ver a quien nos habla y nos muestre aunque sea en un catálogo lo que nos ofrece.

Feliz fin de semana y con esta corta historia termino el primer semestre del año esperando que el segundo sea fecundo.

martes, 9 de junio de 2015

Virus futbolístico



Junio 9 del 2015
Virus futbolístico

Lo que sé del famoso fútbol o balompié es que se juega entre dos grupos de once jugadores cada uno y lo completan una serie de árbitros colocados estratégicamente para que se cumplan las normas del mismo. El campo donde se juega es rectangular con césped, real o no, el todo es que exista, dos porterías y una pelota, se juega con los pies y no se puede tocar con los brazos o manos. Este juego dura 90 minutos y la misión es llevar el balón hasta el interior de la red que cubre la portería del contrario. Para distinguirse los dos equipos llevan vestimenta diferente que consta de pantalones cortos, camiseta, guayos y medias gruesas elevadas hasta debajo de la rodilla. Con esto cumplo con el conocimiento de este famoso deporte.

Y me refiero a este deporte aunque no sé mucho de ello, pero en realidad no puedo dejar de pensar en uno de los equipos caleños que se encuentra en la “B” y por mucho que hacen no llega a la “A”.  Me pareció que para lograrlo bastaría una operación muy sencilla, tomar un buen equipo de la “A”, cambiarle el nombre con el de la “B” y solucionado el problema, así no sería necesario inventar encuentros y finales de copa para empujarlos a la cima de la cual cayeron. Aunque la verdad es que los integrantes del grupo no son los mismos que estaban al inicio de sus triunfos, por tanto no se puede esperar que con sólo tener un nombre puedan convertirse en un gran conjunto.

En tiempos de mi juventud asistí al Estadio y disfruté lo propio de algunos campeonatos. Ahora no me atrevo a hacerlo, por temor a una caída, gajes de la tercera edad, a más de los problemas que causan estos enfrentamientos cuyas consecuencias han sido funestas, perdiendo la vida algunos aficionados por el simple hecho de ostentar la camiseta de su preferencia. 

Durante el mundial gocé las mejores emociones que nos pudo dar la Selección Colombia, el surgimiento del ídolo James Rodríguez etc. etc., seguí con los partidos del equipo merengue donde llegó este famoso jugador, pero como todo lo que sube tiene que bajar, la espuma bajó y tras la lesión sufrida por el magnífico muchacho, todo el país se sintió autorizado para opinar al respecto.

Poco después y a raíz de la celebración del cumpleaños de Cristiano Ronaldo, tras la derrota del Real Madrid con un 4-0 a favor del Atlético de Madrid, por la imprudencia de un cantante que fuera contratado para la misma, quien subió a las redes sociales el evento, empezaron los reproches, como quien dice debían rumiar la vergüenza de haber perdido un partido ahogándose en tristeza. Se les niega el derecho a celebrar un cumpleaños, algo que es privado, que va por fuera de su labor deportiva y encima regañan a James por haber asistido exponiendo su lesión a cualquier golpe durante la celebración.

Las masas de aficionados son unos tremendos críticos y quieren tener el mando de los jugadores, si van bien los ensalzan y si les va mal los condenan, los improperios y recorderis de sus progenitoras se escuchan en forma constante en las tribunas. Algunos de estos visitantes del Estadio, ni siquiera practican algún deporte, su actividad es visual, cuando no van al estadio, ven los partidos en la televisión o lo escuchan en la radio. Sin embargo, saben exactamente que fue mal en el encuentro y hay discusiones y foros en los cuales con gran firmeza advierten los yerros cometidos por el Director Técnico y por los mismos jugadores.

Entonces por el solo hecho de pertenecer al equipo de nuestras entretelas, nos tomamos el derecho de gobernar sus vidas, o por lo menos dirigirlas virtualmente.

Pero no se puede negar que un buen partido de fútbol es emocionante, hace poco vi el deportivo Cali vs Atlético Nacional, disfruté con la forma como jugaron, lindos pases, el estadio se veía en la pantalla que estaba a reventar, la felicidad se reflejaba en los rostros de los caleños. Qué pocas veces compartimos estas alegrías.

Y nuevamente el fútbol hace mover a su público, el equipo Barcelona como campeón de liga y el Deportivo Cali con su novena estrella. Llanto, gritos, harina, pólvora, aplausos y todo lo que acompaña la euforia futbolística.

Y como todo tiene su “pero” y en estos últimos eventos no podía faltar, escuché en las noticias, tantos heridos por arma blanca, tantos por riña, tantos otros por accidente de tránsito, enfrentamientos unos por apoyar al equipo ganador, otros por no hacerlo, y esto sólo mencionando la ciudad de Cali, ya que en Medellín también hubo disturbios por la derrota.

Todos sabemos que en toda competencia se define un ganador, tan simple como eso, no hay posibilidad de compartir el podio para dos campeones, y en cualquier tipo de evento esto es así, sin embargo, protestamos y nos molestamos porque ganó un equipo diferente al de nuestras aspiraciones, y una vez finaliza el campeonato empiezan los enfrentamientos, las provocaciones, descargando nuestro desacuerdo contra el primero que aparezca con la camiseta del grupo triunfante.

Y toda esta parafernalia se inicia desde temprana edad, el padre, regularmente es el hombre quien es aficionado al fútbol, inculca a su pequeño su misma simpatía por determinado equipo, en cuanto puede lo lleva en hombros al estadio y le coloca la camiseta (ésta sí, regularmente comprada por la madre), llenándolo del orgullo futbolero. 

Todo esto está muy bien hasta que se encuentran con un oponente más fanático quien siente que esa actitud es verdaderamente provocadora y se inician los enfrentamientos, ejemplo que el menor observa y aprende.
Y la euforia del gol y la final se convierte en estadística en los titulares de prensa, señalando los resultados que en materia criminalista sucedieron como consecuencia del resultado deportivo.

Ilusamente pensé que la inauguración del Estadio del Deportivo Cali – el Coloso de Palmaseca, haría el cambio necesario para calmar ánimos ya que el Estadio Pascual Guerrero en temporada de fútbol, había convertido el paso por la quinta en un verdadero riesgo, pero resulta que las filas de vehículos para entrar al parqueadero del primero son inagotables y no logran cubrir el número de automotores en que los hinchas arriban al Estadio; y a la hora de la salida es otro martirio, faltan vías de ingreso y egreso al lugar, en fin que falta mucho para que esta obra quede como debe ser.

Y tampoco puedo decir que esto es exclusivo del ambiente latino, ya que países europeos sufren también con este comportamiento, aunque, creo que últimamente han tomado medidas extremas que mejoraron el ambiente deportivo de los hinchas.

El único momento en que los colombianos nos unimos es cuando juega la selección, allí si todos formamos una sola voz para apoyar al equipo.

Y la verdad no encuentro la solución a esta enfermedad llamada “hinchada” y que en este momento está afectando a los caleños.

domingo, 7 de junio de 2015

María Eugenia Dávila Cardeña



Junio 7 del 2015

MARÍA EUGENIA DÁVILA CARDEÑA

Tengo el recuerdo fresco de la primera presentación que vi de María Eugenia Dávila en televisión, cuando no se hacían grabaciones sino que actuaban directamente. No podría decir que programa o novela era, pero sé que se estrenaba en su papel. Recuerdo que la vi un tanto gordita pero agradable, pero lo más curioso es que se le olvidaron sus líneas y ella giró su cabeza dando así tiempo a que intercalaran una propaganda, pues al pasar el programa en vivo no había forma diferente para corregir la falla. Tampoco existían los audífonos mediante los cuales un consueta podía recordarle sus líneas.

Fueron muchos sus papeles artísticos, María Cano, María, y una buena cantidad de novelas surgiendo en todas por sus cualidades, incluso cantando en “Pero sigo siendo el rey”, y yéndonos más atrás fue la novia de Carlitos (Carlos Muñoz) en “Yo y tú”.

Pero el mejor de sus papeles, en mi concepto, fue el de “María Consuelo” en la magnífica novela “Señora Isabel”. Cuando ví esta obra pude reír, llorar y desear repetir una y otra vez algunas de las escenas, en especial algunos diálogos de María Eugenia con Luis Mesa, aunque no le haría justicia ignorar a Judy Henriquez, Ana María Kamper, Alvaro Ruíz y todo ese magnífico elenco que  la acompañó.

He leído su vida relatada en forma detallada a través de videos, entrevistas, donde cuenta que en treinta y cinco años de actuación logró una bonanza económica que perdió a raíz de malas decisiones y de su lucha contra el alcoholismo y el mal uso de las drogas. 

En las últimas entrevistas dejó entrever que estaba disfrutando de su hijo, su nuera y una nieta, es decir al cabo de los años la unión familiar no se dejó esperar.

Son varios los videos que encontré en internet con algunas entrevistas, apartes de escenas en las que actuó y aunque buscando en las redes se puede hacer una buena recopilación de la vida artística de María Eugenia, sentí tristeza de ver lo poco que se recordó a esta mujer, como actriz, ya que su vida privada fue una eterna lucha y lo único que pude observar de su funeral a través de los medios fue un video, aparentemente sin la aprobación familiar, ya que quien lo realizó lo hizo de forma oculta. Un grupo pequeño de amigos en una sala de velación o algo parecido, allí estuvo presente el único hijo de la actriz. 

La soledad artística al cabo de los años, cuando los papeles que ofrecen a estos personajes son secundarios y muchas veces son como un favor a quien antes fue una estrella.

De vez en cuando hay entrevistas en las cuales se muestra la pobreza y humildad en que terminan sus vidas, sus amigos ya no son tan amigos, y regularmente terminan en un geriátrico de regular categoría.

Me pregunto con frecuencia cuál fue la razón para que estas personas que nos hicieron vivir tantas emociones a través de la pantalla chica no tuvieran en su haber una seguridad económica y médica que les sirviera de apoyo en sus últimos años. 

Es más, un personaje como Mario Moreno (Cantinflas), quien tuvo una solvencia económica envidiable, fue, según la información que se filtró a la prensa y al internet, maltratado, hasta golpeado por un familiar cuando yacía enfermo en sus últimos años. 

Quizás esto no sea ninguna novedad porque los mayores en Colombia, especialmente en determinadas clases sociales, son abandonados a su suerte e incluso algunos familiares los sacan de sus casas obligándolos a firmar documentos para despojarles de cualquier bien que posean, sin ningún miramiento, pero lo que me llama la atención es que de quienes vengo hablando en el medio teatral, cine, televisión, se vengan a menos de esta forma.

¿Qué pasa con el ser humano? ¿Dónde queda la familia de los artistas? ¿Por qué hay tanta soledad al llegar a la vejez? Me refiero a la soledad de apoyo, de afecto, de contacto social.

La verdad sólo me he sentido impactada por la vejez de Chavela Vargas, fue amada hasta último momento, al menos esa es la impresión que tengo, sus viajes a España y sus respectivas presentaciones, a pesar de que apenas si podía cantar, sentada en una silla de ruedas, fueron acompañadas de gente que la ayudó, y si bien es cierto, me pareció extremo verla así, acabada y como una muñequita de trapo en una de sus últimas presentaciones en público, la vi siempre acompañada.

No sé si ahora estarán peleándose su herencia, su legado, pero al menos no creo que haya sido maltratada, vivió como quiso vivir y así murió.