Marzo 17 del 2015
SER
O NO SER FEO
El video de una pequeña
niña a quien un compañerito llamó “fea” ha despertado el interés de mucha gente,
he recibido mensajes tratando el tema e incluso me han referenciado comentarios
de personas que sienten que nuestros niños desde su primera infancia deben
estar preparados para defender sus derechos frente a otros pequeños que por
alguna razón creen que deben molestar a sus compañeritos.
Pero hay algo que me
comentaron y no puedo dejar de compartirlo es el caso de una madre que dice
amar a su hijo, pero que realmente es un niño muy feo y se avergüenza de
llevarlo en brazos por la calle, indicando que la gente hace mofa de ella. Al
parecer este caso salió al aire en un programa televisivo en razón a que una
amiga de la citada señora, quien también tiene un hijo, aparentemente “bonito”,
le ha tocado experimentar ciertas actitudes de su conocida.
Señala la dama que
estando en el parque cada una con su respectivo hijo, su compañera deja de lado
a su hijo para tomar en brazos el suyo y acunarlo. Esto podría pasar hasta
desapercibido pero en realidad lo que realmente la alteró fue lo ocurrido en su
propia casa. Después de haber dejado a la señora en la sala con su hijo
“bonito” mientras realizaba otra tarea en la habitación de al lado, la encontró
dándole de amamantar a su bebé…
Entonces, la discriminación
es difícil de entender, porque en general las madres vemos a nuestros hijos
realmente hermosos, todas, creo que no me equivoco al decirlo, les contamos los
deditos, miramos sus ojos, orejas, boca, que estén completicos, buscando más en
sus rasgos alguna similitud con el padre, algún familiar y nosotras mismas, sin
que nos ofenda su apariencia.
Cuando mi hijo nació,
tuve el honor de compartir la Sala de partos con una nuera del fallecido
General Francisco Franco, en Madrid (España), nuestros bebes nacieron con una
diferencia de minutos y colocaron los dos niños uno al lado del otro, separados
por un vidrio, uno grande, robusto bastante desarrollado y con un llanto
fuerte, el otro pequeñito, con el cabello rojo, cubierto de pelusa, muy
tranquilo y con los ojos muy abiertos. Las enfermeras corrían de un lado al
otro atendiéndonos pero especialmente a ese personaje tan importante que tenían
en sus manos, pero yo solo vi la perfección de la naturaleza cuando me
acercaron esa diminuta criatura que sin dudarlo me miraba sin parpadear.
¿Cómo debe ser el
prototipo de nuestro hijo? No basta con que sea normal, que tenga sus sentidos
alerta y lo principal que sea el producto de una relación sana para abrirle los
brazos y aceptarlo tal y cual sea. Además, me parece curioso que a la señora le
parezca feo su hijo, sin pensar que fue ella con su compañero, esposo o quien
sea, quien lo procreó y por tanto sea como sea es el reflejo de sus propios genes. Pero el amor maternal nace no se impone.
Esta dama debía pensar
en lo que ocurrió en la historia del “Patito Feo”, quien fue despreciado por su
poca gracia y apenas creció se convirtió en un hermoso cisne blanco.
Hay grandes personajes
en la historia de la humanidad que al nacer fueron menospreciados y
posteriormente nos dieron un ejemplo de vida envidiable, sólo por decir algo el
cerebro de Einsten presentaba una malformación al nacer, y su físico no es el
mejor del mundo, sin embargo fue el creador de la Teoría Especial de la
Relatividad. Después de su muerte aún se conserva su cerebro.
Así mientras esta mujer
se avergüenza de su hijo, hay muchas parejas que no han podido engendrar su
propio hijo y ruegan para que los lugares de adopción los tengan en cuenta y
les entreguen un pequeño para que haga parte de su hogar.
Hace poco les contaba
la situación vivida por un conocido extranjero que llegó a este País a recoger
la niña que, al fin, le habían dado en adopción, encontrándose con una
criaturita pequeña, enferma que debía pasar un tiempo en incubadora antes de
recibirla. Yo la ví y no era una belleza, era simplemente una bebé recién
nacida, con mucho sufrimiento pero que viajaría a un hogar donde recibiría todo
el amor que necesitaba para recuperarse. No tuvieron opción de escoger,
simplemente en la ruleta de niños abandonados, esta fue su opción. Y me
gustaría que esa madre de la cual hablo hubiera tenido la suerte de observar,
como yo, a ese padre adoptivo quien arrullaba un manojo de pequeños huesitos
como si fuera lo más hermoso de la vida y le brillaba la mirada al decirme que
esa nena ¡era su hija!
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