Marzo
5 del 2015
NOTICIAS
Siempre es una novedad
para mí, ver la información noticiosa y las prioridades que se da a la misma. Y
hoy presentan cinco como las noticias
más leídas, siendo la principal, referida al tamaño del miembro viril masculino,
después siguen tres más sobre hechos delictuosos y en quinto puesto el deporte.
Este es el nivel de importancia que los lectores le damos a los sucesos
diarios, tal vez hartos de la política, la corrupción, la guerra, las promesas incumplidas
al país, etc. etc.
Cada día me entero de
sucesos de la manera más simple, veo hechos de tránsito con sólo mirar a través
de la ventana, tengo las noticias a la vista, pero hace poco vi un evento que
me “tocó”. Desde hace muchos años conozco un hombre que recoge mangos por la
cuadra, cada día pasa con una vara que ha adaptado para cortar el fruto y luego
se lo lleva en un costal. Este es su modus vivendi, digo yo. Se trata de un
personaje que regularmente viste de negro, su piel bastante quemada por el sol,
de vivir a la intemperie y usando unos tenis bastante maltrechos.
Hace algunos años cada
vez que pasaba, Boris nuestro Husky siberiano aullaba anunciando un intruso en
el árbol de mangos frente a la casa, al mismo tiempo este sujeto le contestaba
el aullido formando un coro bastante molesto. Varias veces le pedí que no le
siguiera el juego a nuestro lobo, pero este hombre no prestaba atención. En
algún momento Boris lo ignoró y de inmediato el sujeto se detenía y hacía un
gran aaauuuuuuu y alborotaba al canino. Día tras día la misma rutina.
Se llegó el momento en
que nuestro querido Boris se enfermó gravemente y sin mejora por su edad, le
dijimos adiós. Al día siguiente vi al colector de mangos que se detuvo frente a
la casa silencioso, esperando… salí de inmediato antes de que empezara a
“aullar” y le dije que el perrito ya no estaba. Su rostro se transformó y me
dijo muy compungido: “¿Se murió el
lobito? ¿Se murió el lobito?” y se marchó silencioso sin recoger ningún
mango. Nunca más volvió a hacer ruido frente a mi casa.
Ha pasado el tiempo y
siempre lo veía con su caminar despreocupado y un tanto desorganizado con una
enorme vara para recoger mangos y hace apenas unas dos semanas escuchamos un
“PUM”, seco, un ruido raro y unos gemidos. Corrimos a mirar qué había sucedido
y vimos tendido en el piso a este personaje. Me extrañó porque él no sube a los
árboles, él trae una vara con la que hace caer la fruta, pero en esta ocasión
la vara estaba frente a mi casa y él se encontraba al otro lado de la calle,
con una rama rota a su lado. Había sangre en su cabeza y se encontraba tendido
de lado en el piso. La altura del árbol supera dos pisos, así que el golpe
recibido debe ser de mucha consideración. En todo el tiempo que esperamos por
la ambulancia este hombre no se movió, sólo se quejaba con un ay bajito.
Un agente, quien
aparentemente estaba fuera de servicio prestó su colaboración y llamó una
patrulla, posteriormente llegaron dos ambulancias dándole un servicio oportuno.
No sé qué daños sufrió ni a dónde lo llevaron, presumo que al Hospital
Departamental, pero de eso ya hace un par de semanas y no lo he vuelto a ver.
He estado mirando la
prensa buscando tener noticias de este hecho y de pronto tener idea de su
estado, y no ha salido absolutamente nada.
Sin embargo el
controversial vestido azul y negro (que por cierto yo veo blanco y dorado), ha
tenido revolucionado el internet y todos los medios de comunicación le han dado
tal despliegue a la noticia que cualquier suceso ocurrido al mismo tiempo
pierde todo interés, incluso el dedo pequeño de James Rodríguez.
Volviendo a estas
personas que sobreviven recogiendo libremente los frutos de los árboles que adornan
nuestras calles caleñas me recuerda que años atrás también ocurrió algo que
llamó mi atención. Un hombre, de bastante edad, creo, lo digo porque su rostro
mostraba los años en muchas arrugas, merodeaba este barrio haciendo de las
suyas. Incluso un día mi madre lo sorprendió cuando utilizaba la vara para
bajar mangos, a través de una de las ventanas de la casa y arrastraba con ella
un tendido de cama que había logrado atrapar. Allí hubo un forcejeo y el hombre
huyó pero no pudo extraer su tesoro. Otro día, mientras construían una casa en
esta misma cuadra, se sentó a fingir que dormía frente a la obra. Su actitud
sospechosa nos hizo llamar a las autoridades quienes nos interrogaron hasta el
cansancio, en esa época, y poco después llegaron dos agentes frente a nuestra
casa a preguntarnos lo mismo que habíamos dicho en forma telefónica. Miraron al
sujeto y sin hablar siquiera se marcharon. No bien se había alejado la motorizada
cuando nuestro personaje rápidamente ingresó a la obra y salió con dos
mangueras colgadas en sus brazos y un bulto de algo, corrió, alejándose del
lugar, gracias “a la oportuna intervención policiva”.
Pude darme cuenta que
su supuesto trabajo de recolector de mangos era un simple disfraz, ya que en
realidad no ejercía tal labor, sólo se escondía en los árboles y esperaba
observando lo que ocurría en estas cuadras. Subir a los árboles se convirtió en
una modalidad y pasar por donde se encontraba agazapado causaba desconfianza,
pero esta especialidad no le duró mucho.
Con el entusiasmo de
siempre un día subió a un árbol dos calles arriba de esta casa y al tratar de
sentarse se agarró de las cuerdas de alta tensión, ese tremendo BBBZZZZZZZZZZZ
hizo que los vecinos saliéramos a mirar. Fui como todos los curiosos a ver y
este hombre quedó con brazos y piernas abiertas, tal y como muestran los comics
cualquier acto eléctrico, el cabello erizado y absolutamente chamuscado. Cuando
llegaron las autoridades, lo bajaron y quedó así rígido como un enorme trozo de
eternit, tuvieron que llevarlo sobre el platón de una camioneta policiva.
En ese entonces las
noticias las veíamos en la prensa, el internet no había ingresado a nuestros
hogares como en la actualidad y se le dio cierta importancia a la vida de estos
personajes callejeros que tenían azotada la ciudad. Esta fue una prioridad en
su momento.
Hoy en día todos somos
reporteros gráficos, cada vez que ocurre algo, los transeúntes levantan sus
celulares y en pocos segundos en las redes sociales aparecen las fotografías o
videos del evento. Se adelantan a la prensa, por eso creo que la vigencia de la
noticia escrita está perdiendo actualidad y para contrarrestar tan abrumadora
competencia deben incluir cualquier suceso que pueda significar la compra del
periódico sin importar la vigencia de dicho evento.
Hoy mi ventana no me ha
mostrado ninguna noticia drástica, la calle está en calma, no hay hechos de
tránsito que comentar y puedo correr la cortina esperando que al abrirla próximamente
me ofrezca la misma serenidad que hoy se respira.
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