miércoles, 27 de enero de 2016

Colombianisimos... en el exterior.



Enero 27 del 2016

Colombianisimos…
en el exterior.

Es un fenómeno bien curioso y lo viví en los años 60s, 70s y 80s, cuando salí de Cali, rumbo a Londres, iba con mi maleta llena de ilusiones y no pensaba en nostalgias, melancolías o añoranzas, simplemente iba ávida de conocimiento de otras culturas, climas, idiomas etc. pero rápidamente me di cuenta que muchos de los que viajamos a Europa, llegamos a buscar colombianos… no era mi intención ser antipática pero quería conocer gente Inglesa, sin embargo desde mi llegada al Charborough Hotel, las continuas visitas lo fueron de colombianos.

Este grupo al igual que otros que también conocí, criticaban el hecho de tener que cumplir con labores domésticas, sintiéndose humillados con estos trabajos y hablando de sus profesiones en Colombia. Cuando salíamos a caminar en los hermosos y enormes parques, llevaban (en invierno) bufandas con la bandera de nuestro País, y curiosamente cantaban canciones como vallenatos y bambucos. Hablaban todo el tiempo en español sin importarles que algún inglés que se encontrara con nosotros no entendiera.

Alguna vez me atreví a preguntar si en Colombia escuchaban este tipo de música y usaban ropa con símbolos patrios y la respuesta fue un rotundo no.  

Son muchos los detalles que no dejaban de sorprenderme, puesto que tengo un lema que alguna vez me dijo mi madre: “Al pueblo que fueres haz lo que vieres.” Y nada más interesante que mezclarse con estas personas, conocer su forma de pensar y vivir para adaptarse a sus costumbres.

Fueron muy pocos los paisanos con quienes me relacioné que habían aprendido el idioma y vivían con respeto las costumbres inglesas, y si bien en un principio habían realizado labores de bajo perfil, tras adquirir su residencia habían logrado un nivel laboral más de acuerdo a sus conocimientos.

Una vez me invitó un amigo a ir a un lugar especial, me lo tenía de sorpresa y obviamente agradecí que esta persona se preocupara en buscar lugares que fueran placenteros para mí. Y la sorpresa en verdad fue grande, ya que en mis intereses no estaba lo que me tenía preparado. Fuimos hasta una calle llamada “Portobello road”, con ríos de gente, puestos de ventas por doquier, gente gritando y ofreciendo vajillas, ropa y mercado. Y el amigo se olvidó de mí, iba de un sitio a otro mirando, tocando, preguntando, hasta que llegó a un puesto donde vendían unos bananos pequeñitos verdes, con todo su entusiasmo compró un gajo y con esta maravilla abandonamos el lugar. Intrigada como estaba de ver estos bananitos, pregunté de qué se trataba y me explicó que aunque eran bananitos verdes, se podían cocinar y quedaban un toque parecidos a los plátanos que usábamos para hacer sancocho… sobra decir que si bien yo sabía preparar un par de cosas en la cocina, este programa no me entusiasmaba ni un poquito y fue este amigo quien intentó hacer una sopa la cual dejaba un sabor manchoso en la boca, así que mientras este colombiano disfrutaba sus bananitos verdes, yo agotaba la crema dental cepillando mi lengua para quitar el mal sabor que me había quedado.

Sentí que muchas de las personas que viajaron en esa época a Europa, difícilmente se adaptaron al país que llegaron y si bien es cierto yo regresé a Colombia, no lo hice por añoranza.

Con el tiempo y dadas las circunstancias de mi vida privada, logré un poco de independencia de este grupo y empecé a trabajar en una empresa de libros en donde traducían al inglés, francés, alemán, ruso y muchos otros idiomas diferentes manuales. Allí me encontré con una verdadera variedad de personajes, incluidos, por supuesto, españoles. Así que la oportunidad de tratar con verdaderos ingleses se alejaba, pero también observé que estos otros extranjeros no hacían tanto énfasis sobre sus países, ello sin que sea óbice el hecho de que en sus reuniones especiales, en determinadas fechas, hicieran algún festejo con comida, música y personas de su tierra natal.

Viviendo como lo hice en un hogar para ancianos, conocí una señora irlandesa, y muchas otras británicas y algunas religiosas inglesas, allí mejoré el idioma y disfruté de las costumbres de los ciudadanos de ese país, adquirí la costumbre del té a las 5pm y consumí los alimentos que se acostumbraban.

Viví también en Madrid (España) y el fenómeno fue igualmente estresante. ¿Por qué dejamos nuestro País si el que escogimos no nos gusta? Seguimos buscando sancocho, frijoles, arepas y chocolate a pesar de que en Colombia no lo consumíamos. ¿Por qué bailamos cumbia si en Colombia no es el ritmo de las fiestas?

También escucho por radio en horas nocturnas, personas colombianas que se encuentran en el extranjero y manifiestan que siempre están escuchando los programas de este país, incluso lloran añorando estar aquí.

Irónicamente cuando estamos en Colombia buscamos restaurantes, peruanos, ecuatorianos, venezolanos, árabes, chinos, japoneses, etc. etc. y eso que nos hace tanta falta fuera del país apenas si lo probamos…

Realmente somos colombianísimos cuando estamos lejos de Colombia.

domingo, 17 de enero de 2016

Star Wars



Enero 17 del 2016
Star Wars



Espero que todo aquel que guste de este tipo de cine, haya visto la última película The Force Awakens Episodio VII, porque me referiré a ella.

Ante todo y aunque no soy una crítica de cine, debo decir para mi deleite, que me gustó mucho, y la mejor señal es que no me moví de mi silla durante el tiempo que duró la película y a eso debo agregar que el salón tenía el aire acondicionado en todo su límite y que de no haber llevado chaqueta (cosa que no hizo mi compañera de cine) tal vez se habría arruinado el espectáculo, eso lo detecté cuando al final de la misma, mi amiga salió disparada de la Sala sin dar tiempo a mirar los créditos. Eso sí, me pareció corta, insisto, me pareció que los eventos fueron breves y la sentí como una introducción hacia lo que vendrá después con la intervención de Luke.

Estaba ansiosa por ver esta película dada la adquisición de Lucasfilm por parte de Walt Disney Company y su promesa de una nueva trilogía cinematográfica cuya primera historia traía un nombre inquietante The Force Awakens. Aunque también me acompañaba el temor a encontrar el despertar de unos actores ya pasados en años (al igual que nosotros), que no dieran la talla esperada. Sin embargo, conservaron su personalidad y gocé la forma desenfadada como Hans Solo mostraba que continuaba siendo el mismo.

Pude disfrutar esta presentación, imagino, por la ausencia de niños en el cine, regularmente son ruidosos, en parte, imagino, su ausencia se debió habida consideración que se trataba de una película subtitulada de difícil lectura para los pequeños, y de pronto porque la mayoría de los cineastas somos personas que hemos seguido toda la historia de esta saga y escuchar las verdaderas voces de nuestros artistas es mucho mejor que oír unos personajes con acento español o argentino cuyos giros no son iguales a los originales.

El personaje de un súper piloto me encantó, era necesario, Poe Dameron para completar el equipo, una tropa como la conformada por los rebeldes necesitaba alguien que surgiera y dirigiera las naves de manera segura a través de los combates aéreos, cuyas escenas no son pocas y que ofreciera lealtad a su General la princesa Leia Organa.

Maz Kanata, me hechizó, es un personaje distinto, quizás podría pensarse en un Yoda, pero sin ser Jedi, con unos poderes extraordinarios que al retirar los anteojos que porta le permiten conocer a su interlocutor, ve más allá de lo normal, ve la naturaleza de persona que observa y aunque no es una figura humana tiene unos rasgos que no inspiran miedo. 

La imaginación empieza a trabajar desde el inicio de esta nueva serie, por lo menos yo, traté de establecer relaciones entre cada personaje nuevo con uno del pasado, que ¿si Rey es hija de Luke?, Finn el stormtrooper resulte pariente de Lando (¿?) y Kylo Ren ya se supo que resultó nadie más ni menos que el hijo de Hans Solo y hasta pensé que siendo como es Hans, ¿no habrán más hijos suyos en la galaxia?

Los efectos especiales, a pesar de haberlos visto en una sala normal fueron excelentes, para mi gusto, sólo recibí el golpe de gracia cuando Hans Solo va al encuentro de su hijo… todavía no me repongo… a pesar de que me repito a mí misma que tenía que ser así, casi grito al tiempo que Chewbbacca, Finn y Rey, cuando vi que era su final y que la muerte de Solo no tenía reversa.

Kylo Ren empieza su carrera en el lado oscuro, de él solo nos han dejado entrever de lo que es capaz, hay que esperar lo que hará cuando haya sido entrenado y ejerza su poder en pleno.

El final con el silencio de Luke, su figura, madura, diferente del muchachito que vimos en las otras películas, abrió paso a lo que será la siguiente película, la dramática escena en que Rey ofrece el sable láser a este personaje es realmente emocionante, porque se queda uno esperando una respuesta de Luke. Por mi parte esperaba que el arma saliera volando y quedara en el aire y a partir de allí sacar los créditos, pero, bueno, no soy la productora y tampoco dirijo las escenas de la película…

Estaré a la espera de lo que sigue en Star Wars y ojalá quienes hayan visto esta primera versión estén de acuerdo conmigo en que la siguiente es prometedora.




domingo, 3 de enero de 2016

Cada año lo mismo



Enero 3 del 2016
Cada año lo mismo

Al final de cada año, ocurre lo mismo, nostalgia del pasado y esperanzas para el futuro. Nada dura por siempre, lo bueno que vivimos quisiéramos atesorarlo dentro de una urna de cristal y poder volver una y otra vez a sentir lo que fue, pero eso es un imposible y sólo podemos guardarlo en ese rincón de recuerdos que existe en nuestro cerebro y revivirlo de alguna manera.

Siempre nos suceden cosas buenas, pero nos centramos más en las que nos lastimaron, los problemas que tuvimos, ignorando que si llegamos hasta esta fecha, ya es ganancia y los inconvenientes y contrariedades fueron superadas.

Como dice una amiga mía: “Esto también pasará.”

Nada es para siempre, las enfermedades, los disgustos, las penas, los gastos, todo de alguna manera tiene su solución o su no solución y simplemente hay que dejarlo ir.

Siempre he tenido como teoría ante complicaciones o situaciones, un dicho:
“Si tiene solución, sea la que fuere, pues hagámoslo, démosle salida, de lo contrario, olvidémoslo.”

Pero no permitamos que los avatares de la vida nos quite el sueño.

Dejemos el dulce de diciembre y empecemos la dieta de enero, preparémonos para los gastos de principio de año, los impuestos, la declaración de renta, los seguros etc. etc. sin preocuparnos, ya que al dejar el dulce será como iniciar la dieta, y con los pagos tendremos que apretarnos el cinturón, así que los propósitos que nos hayamos planteado se irán cumpliendo poco a poco.

Un nuevo año, doce meses que estrenaremos y que ojalá no los usemos demasiado rápido, enero es el mes que más rápido pasa, sobre todo porque el día de reyes no será el 6, sino el 11, ¿curioso verdad? Melchor, Gaspar y Baltazar tendrán más tiempo para llegar a visitar al recién nacido. La tradición se acabó en cuanto a fechas, Emiliani cambió los festivos de media semana a lunes, así en vez de faltar el miércoles al trabajo, la mayoría se marchará desde el viernes en la tarde o noche, sábado, domingo y lunes, para regresar enguayabados el martes.

Hay muchas cosas para hacer en este año y personalmente me encantaría tener una lista sobre algunas metas que sería bueno cumplir, así como en la película “Antes de partir”, todo eso que tenemos allí, atrás, en nuestro cerebro y que por muchas razones no podemos hacer.

Y como muchas cosas que aún me sorprenden, escudriñando en internet, he leído noticias de personas que logran estas metas, regularmente son personas con enfermedades terminales, y me queda el interrogante de ¿cómo lo hacen?, son siempre personas con una situación económica digamos ¿boyante?, porque en la película que comento el personaje de Morgan Freeman, era un hombre trabajador en un garaje, pero tuvo la “suerte” entre comillas, ya que conoció a un hombre supermillonario, a raíz de compartir el mismo tipo de enfermedad y con ella el nacimiento de una amistad que los llevó a hacer todas esas cosas que querían hacer antes de partir.

Sin embargo, vale la pena hacer la lista, ponernos metas e intentar a pesar de no ser millonarios, de cumplirlas, quizás no sean viajes a la China o a Japón, o ver la Aurora Boreal, sino cosas más modestas, que nos hagan sentir bien y poder decir con un gran suspiro de satisfacción: “¡Lo logré!”