Diciembre 3 del 2015
Luz
Marina Zuluaga
Tenía unos trece años
de edad cuando escuché por primera vez ese nombre, mi madre estaba emocionada
porque nuestra “paisana” había sido elegida con el título de Miss Universo,
tuve la mejor impresión de esta señora quien ha sido toda una dama.
No creo que tenga que
recurrir a mis contemporáneos para referirme a esta Señora, porque siempre ha
sido mencionada por los medios, siempre con una amable sonrisa, la eterna Miss
Universo siempre bella a pesar de los años.
Hay seres que pasan por
esta vida dejando una estela de luz, se las recuerda a pesar de no haber ganado
un premio nobel, ni haber descubierto la penicilina, han hecho su tarea social
con discreción y un día cuando su labor ha terminado, de igual forma se van,
sin llamar la atención, así he sentido la vida de este personaje que siempre
admiré.
Los reinados de belleza
no han sido parte de mis programas a seguir, pero el nombre de Luz Marina
Zuluaga quedó siempre en mis recuerdos, tal vez por el efecto que produjo en el
País y a pesar del paso de los años, cada vez que era mencionada para mí era
una oleada de buena armonía, como dicen ahora, de buena energía, buena onda.
Últimamente ni siquiera
me entero de las festividades en Cartagena, y la elección de la belleza
colombiana pasa desapercibida, además que los medios siempre hacen énfasis en
las fallas que ocurren en las respuestas que dan las candidatas, resaltan las
cirugías a las cuales se sometieron a fin de mejorar su presentación ante el
jurado elector.
Y es tal la influencia
de la prensa, radio y televisión, que se suele recordar con precisión los
yerros de las aspirantes, regularmente se dice que la señorita tal o cual
contestó de determinada forma pero pocas veces resaltan las obras que han
propiciado ni los logros conseguidos.
En la época del reinado
de elección a Miss Universo de los años 50s, no se conocían las cirugías
estéticas de la actualidad, por tanto las bellezas de entonces eran más
naturales, simple y llanamente eran mujeres lindas con un toque de maquillaje
que realzaba los ojos, labios, color de mejillas; los trajes de baño eran, si
mal no recuerdo, enteros, todo era más sencillo que ahora.
Cuando veo las
participantes en la prensa, en una fila, con una cinta que señala su
departamento, me da la impresión de que todas fueron clonadas de la primera, no
veo mucha diferencia entre una y otra, de no ser por el tono de la piel, y lo
mismo me ocurre cuando veo pasar adolescentes, estudiantes que parecen copia de
la anterior.
Esta es una de las
razones por las cuales no disfruto mucho de estos eventos, la mayoría han
pasado por la peligrosa cuchilla de un cirujano estético y si bien es cierto
los resultados han sido maravillosos, las bellezas dejaron de ser naturales.
Hace poco leí una
noticia acerca de un hombre Patrick Hardison, de 41 años, de profesión bombero
en los Estados Unidos de Norteamérica, a quien habían realizado el injerto
total del rostro, tras haber sufrido graves quemaduras en su cara en el año
2001, cuando ayudaba en el control de las llamas en un incendio en Mississippi,
habiendo perdido las orejas, los labios, gran parte de la nariz, el pelo y los
párpados.
Y fue el rostro de
David Rodebaugh, un hombre de 27 años que murió en un accidente de tránsito el
que vino a darle al señor Hardison la esperanza de recuperar una fisonomía para
mostrar en sociedad.
Volviendo al principio,
Luz Marina Zuluaga dejó un recuerdo grato a los colombianos.
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