Diciembre 17 del 2015
El
niño Jesús
El niño Jesús, esa
figura tierna, pequeña y vulnerable, viene todos los años a permitirnos soñar
con un futuro maravilloso, es la esperanza en forma humana, en todos los
pesebres que he visto he podido observar a quienes lo rodean y es un hecho que
miran con beneplácito a la Sagrada Familia, ello a pesar de que muchas veces el
pueblo de Belén que personifican no tiene nada que ver con el que existía en
aquellos tiempos. Ahora han sido adicionados con robots, aeropuertos con
aviones y hasta grandes edificios.
El pesebre que tengo en
mis recuerdos, porque ya no hago este arreglo, aunque si coloco la parte
principal de la celebración como es el nacimiento con los padres de Jesús, la mula
y el buey, es bien distinto, mi madre arreglaba en una esquina del corredor,
justo a la entrada de la casa y donde regularmente había un mueble con un radio
grande y una sala con sillas de duro trajín, unos cajones con tablas, en forma
de escalera, encima un papel encerado formando cuevas y pequeñas montañas,
sobre este papel venía otro con un lado verde, de material tosco que
perfeccionaba el primer trabajo. Una vez satisfecha, mi madre, con el
resultado, colocaba musgo cubriendo todo lo anterior en forma meticulosa.
Terminada esta labor, plantaba
cuidadosamente las luces de colores, de tal forma que el lugar principal
recibía las más brillantes con una amarilla fuerte en la mitad de la cueva.
Otras venían formando caminos a lo largo del pesebre.
Para cubrir los cables,
usaba, melena gris, que ahora no es permitida comprar, haciendo una cortina frente
a la cueva principal que justamente dejaba ver lo que había en su interior.
Con un espejo en la
parte más baja del armado, hacía un lago con peces que flotaban sobre la base
brillante, el cual era surtido por un riachuelo que recorría todo el pesebre
con papel de plata o aluminio, en un principio era el que venía con los
cigarrillos, que cuidadosamente era reciclado para años posteriores. Las
pequeñas casas de cartón había que armarlas y colocarlas solícitamente para que
mantuvieran el equilibrio. Animales, gallinas, ovejas, vacas, caballos etc. eran
colocados en pequeños grupos con un pastor o muñeco que los cuidara.
Al inicio de la novena,
los Reyes Magos ocupaban el lugar más bajo del pesebre y con el paso de los
días iban escalando hasta que el 6 de enero llegaban al punto donde estaba el
niño Jesús.
En la cueva, San José,
la Virgen y el niño estaban acompañados por la mula y el buey, y encima de la
misma asomaba con sus grandes alas un Ángel con una cinta en sus manos en la
que se leía “Gloria in excelcis Deo”,
sin faltar obviamente la gran estrella forrada en papel dorado indicando el
lugar donde ocurrió el nacimiento del Mesías.
Nueve noches
consecutivas nos reuníamos alrededor del hermoso pesebre, vigilando el
recorrido que hacían San José y la Virgen a través de este pequeño pueblo para
llegar a la cueva más alta del arreglo; hacíamos peticiones con los ojos
cerrados confiando en que una vez naciera el niño todo eso que anhelábamos se
cumpliría.
Las pajas que rodeaban
su cuna permanecían vacías hasta tanto se llegara el momento esperado, el 24 de
diciembre a media noche y sin que nos diéramos cuenta, mi madre colocaba la
pequeña figura de yeso en su pequeña cuna.
Como dije cuando empecé
este escrito, ese niño es la esperanza, la ilusión, su nacimiento nos hace
soñar con cosas positivas, y por esta época somos, un poco, más buenos, o al
menos eso quiero pensar.
En cada país se celebra
un tanto diferente de otro, y por ejemplo, los regalos, en España se entregan
el 6 de enero, o sea el día de reyes, en algunos países europeos es el 5 de
diciembre, así que no compiten para nada con la celebración del nacimiento de
Jesús.
Lo único que me duele
es que tan pronto como se llega el día 25, todo esto desaparece, la feria en
Cali, tal como lo mencioné el año pasado, convierte el fin de año en todo un
jolgorio, y todos esos buenos propósitos que parecían tan serios se vienen
abajo y empiezan las promesas para el nuevo año.
La rueda de la vida
vuelve a girar y así cada año, algunos más viejos y con más recuerdos, otros
que nunca pensaron envejecer, sin querer, ya lo están y así una vez más
seguimos viviendo y viendo los pequeños que pronto no serán tanto haciendo el
mismo recorrido que otros hicimos y tendrán sueños y esperanzas y así
sucesivamente.
Por ahora disfrutemos
lo que tenemos y recibamos el 2016 con esperanza e ilusión.
Felicidades anticipadas.